Pidió el bretón unos follados de camuza que había puesto en una silla a los pies de la cama, donde tenía dineros para pagar su libertad, y no parecieron los follados, ni podían parecer; porque, así como yo entré en el aposento, llegó a mis narices un olor de tocino que me
consoló todo; descubríle con el olfato, y halléle en una faldriquera de los follados.
Miguel de Cervantes Saavedra
Y, pues puedes vivir honrada con Dios en público, no te pene de estar deshonrada contigo en secreto: la verdadera deshonra está en el pecado, y la verdadera honra en la virtud; con el dicho, con el deseo y con la obra se ofende a Dios; y, pues tú, ni en dicho, ni en pensamiento, ni en hecho le has ofendido, tente por honrada, que yo por tal te tendré, sin que jamás te mire sino como verdadero padre tuyo. Con estas prudentes razones
consoló su padre a Leocadia, y, abrazándola de nuevo su madre, procuró también consolarla.
Miguel de Cervantes Saavedra
Todo lo cual tenía puesto en gran confusión al caballero, de la cual salió contándole su mujer todo aquello que Leocadia le había contado; y él lo creyó, por divina permisión del cielo, como si con muchos y verdaderos testigos se lo hubieran probado.
Consoló y abrazó a Leocadia, besó a su nieto, y aquel mismo día despacharon un correo a Nápoles, avisando a su hijo se viniese luego, porque le tenían concertado casamiento con una mujer hermosa sobremanera y tal cual para él convenía.
Miguel de Cervantes Saavedra
Esto me
consoló algún tanto, y fue preciso ceder; un día malo, dije para mí, cualquiera lo pasa; en este mundo, para conservar amigos es preciso tener el valor de aguantar sus obsequios.
Mariano José de Larra
Mirábala su hermano, y, aunque la soltura de su atrevimiento le incitaba a la venganza, las palabras tan tiernas y tan eficaces con que manifestaba su culpa le ablandaron de tal suerte las entrañas, que, con rostro agradable y semblante pacífico, la levantó del suelo y la
consoló lo mejor que pudo y supo, diciéndole, entre otras razones, que por no hallar castigo igual a su locura le suspendía por entonces; y, así por esto como por parecerle que aún no había cerrado la fortuna de todo en todo las puertas a su remedio, quería antes procurársele por todas las vías posibles, que no tomar venganza del agravio que de su mucha liviandad en él redundaba.
Miguel de Cervantes Saavedra
Y sin que refrenase su dolor la inquebrantable fe religiosa que daba vigor a su alma, la joven condesa, lloró durante meses a su difunta madre sin hallar consuelo, y olvidada casi de cuantos devaneos, ilusiones y esperanzas habían poetizado su solitaria existencia en aquellos últimos tiempos. Poldy, sin embargo, aunque no se consoló, hubo al cabo de serenarse y calmarse.
Cierto es que Wolfert creyó oír más de una vez pasos furtivos que se mantenían a una cierta distancia de ellos, pero se consoló pensando que era el eco de los propios.
Tomó el dinero y
consoló a Tomás, diciéndole que él tenía personas en Toledo de tal calidad, que valían mucho con la justicia: especialmente una señora monja, parienta del Corregidor, que le mandaba con el pie; y que una lavandera del monasterio de la tal monja tenía una hija que era grandísima amiga de una hermana de un fraile muy familiar y conocido del confesor de la dicha monja, la cual lavandera lavaba la ropa en casa.
Miguel de Cervantes Saavedra
Con esto se
consoló algo el sacristán, y se despidió de Cortado, el cual se vino donde estaba Rincón, que todo lo había visto un poco apartado dél; y más abajo estaba otro mozo de la esportilla, que vio todo lo que había pasado y cómo Cortado daba el pañuelo a Rincón; y, llegándose a ellos, les dijo: -Díganme, señores galanes: ¿voacedes son de mala entrada, o no?
Miguel de Cervantes Saavedra
Una mañana el tío Rouault fue a pagar a Carlos los honorarios por el arreglo de su pierna: setenta y cinco francos en monedas de cuarenta sueldos9, y un pavo. Se había enterado de la desgracia y le consoló como pudo.
Se puso en camino y el hada la dio una rueca de oro, la
consoló y la dijo: -Todavía hay esperanza: aguarda hasta que llegue la luna llena; entonces tomas la rueca, te colocas en la orilla e hilas hasta que hayas llenado el uso; cuando concluyas coloca la rueca junto al agua y verás lo que sucede.
los Hermanos Grimm
El bueno del sastre, despierto por sus lamentos, le
consoló lo mejor que pudo y le dijo: -Somos compañeros, hemos viajado juntos, quédate conmigo, mi tesoro bastará para los dos.
los Hermanos Grimm