Rosalía, sentada en una antigua butaca forrada de yute, contemplaba con pupilas en que la fiebre ponía un fuego abrasador la serena perspectiva; extendidos tonos violáceos circuían sus ojos, y las rosas de sus pómulos hacían resaltar los intensamente amarillos que habían sustituido los nacarinos con que en días más felices había dado envidia a los nardos de sus macetas; sus labios entreabiertos constantemente, ponían una mueca de dolor en su pálido semblante.
Pero, apenas había dicho estas palabras, desapareció la sonrisa de golpe y su rostro se contrajo en una mueca de tan desesperado, abyecto terror, que los dos en el patio sintieron helarse.
Sus ojos de fulgores bestiales brillaron; su cara cicatrizada adoptó una
mueca diabólica; sus manos crispadas se elevaron dispuestas al ataque y...
Antonio Domínguez Hidalgo
Deambulando por las avenidas de aquella metrópoli imprevista se veía un individuo cuyo rostro era surcado por la
mueca endurecida de la incertidumbre.
Antonio Domínguez Hidalgo
El pordiosero movió los ojos como si contemplara en sí mismo. Su rostro hizo una
mueca misteriosa. La voz de la joven lo interrumpió de sus cavilaciones.
Antonio Domínguez Hidalgo
Cuando el mono hubo atendido todas las demandas, su dueño fue llamando por los nombres de sus naipes a los curiosos para que se acercaran a la media luna, y predijo a cada uno su buena o mala fortuna, mientras que Pacolet, al que dio una cebolla en premio a su trabajo, distraía a la concurrencia con las contorsiones que aquel manjar le provocaba, a la vez encantado y desdichado, con la risa en la boca y el llanto en los ojos, emitiendo con cada mordisco un gruñido de satisfacción y haciendo una mueca lamentable.
¡Unidos por la Cooperación! Y el desconcertado escuchaba conmovido lo inescuchado. De pronto, una
mueca de sorpresas inundo su faz. ¿Qué había ocurrido?
Antonio Domínguez Hidalgo
Una tarde vio Bernardo entrar en la droguería a un anciano que parecía un difunto; un difunto de muy mal humor, con un ceño que era
mueca de condenado; encorvado, como si estuviese herido por una maldición del cielo, con la respiración anhelante, irregular, los pómulos salientes, los ojos brillantes y angustiosos de modo siniestro.
Leopoldo Alas
El té que bebía en frágiles tazas chinas, dignas de una vitrina de museo, era té de caravana comprado a precio absurdo y sostenía ingenuamente que era el menos malo que había encontrado en París; tomaba el único café libre de toda sofisticación que he bebido en Europa; vivía quejándose de la mesa y al proponerle que fuéramos a comer en algunos de los restaurantes afamados, hacía una mueca de asco...
Ai mismo se me fue el mundo, y me aicidenté. El Tullido hizo una pausa, y el Cura una
mueca que parecía un puchero. Por disimular su emoción, volvió a sacar lumbre y a encender.
Tomás Carrasquilla
Darío hizo una
mueca que parecía contracción galvánica; pero dominóse al punto, sonrió y, clavando los ojos en Quiñones, articuló lentamente: -Hay que confesar que la...
Emilia Pardo Bazán
Díme: ¿acaso dejaste la vibradora selva, donde enredar solías tus plateadas hebras en las obscuras ramas de las frondosas ceibas, por venir a mi alcoba en el misterio envuelta, como una envidia muda, como una viva mueca?