Ejemplos ?
El mojón, oficialmente colocado, estaquita de madera blanca, con chapa de lata numerada, que se pudre y se pierde, o poste de ñandubay, con que los boleadores hacen fuego, o simple hoyo en la tierra, que las vacas y el viento vuelven a tapar, tendrá que ser respetado, si se encuentra, aunque esté equivocado su sitio, como si hubiera sido realmente puesto y consagrado por el mismo dios Término.
Y casi al final, decíale: “Es entendido que no olvidaré referir al Dr. Vilardebó lo de la “caja de lata” que debió quedar en poder del Dr.
Tiene la casita una hermosísima mesa de caoba inglesa para comer en número considerable de personas; y su servicio completo de manteles, servilletas, cucharas, tenedores, y cuchillos de todas clases, así como un servicio completo de loza y cristales para comida, dessert, café, té y helados, inclusive tarros de estaño a la parisiense (que no están sujetos a agujerearse como los de lata que se usan en Chile) para helar, y moldes para helados.
La boca de tu sombra se durmio sin alero para guardar la frente mi bisagron de lata con que arrimar la puerta mientras los nihos duermen.
Bien se me podrá creer si digo, que sentí en el alma mi cautiverio, y sobre todo la pérdida de los recaudos de Roma, donde en una caja de lata los traía, con la cédula de los mil y seiscientos ducados.
Distribuidos éstos con las más exquisitas precauciones, a fin de que los objetos de nuestras atenciones no fuesen indignos de la dignidad de la fiesta, llegábase uno con la credencial a la huerta de Aspeazu, o a la de mi amigo Mazarrasa; y allí estaba lo bueno, es decir, un gran cuadro de terreno al aire libre, cuidadosamente sorrapeado y regado; dos docenas de farolillos de vidrio y hoja de lata, fijos sobre otros tantos mangos de cabretón, que le circuían; ocho o diez músicos agrupados en un ángulo, y el mismísimo repartidor, que guardaba la puerta y recibía los billetes.
Del techo agrietado, de color de hollín, colgaba un candil de hoja de lata cuyo macilento resplandor daba a la estancia la apariencia de una cripta enlutada y llena de sombras.
Ya sazona el adobo; ya echa con su blanca diestra el aliño á las longanizas; ya rellena tal cual chorizo con un embudito de lata; ya pincha las morcillas para que se les salga el aire, valiéndose de una aguja de hacer calceta ó de una horquilla que desprende de sus hermosos cabellos.
Bajo los tachos humeaban los leños verdes. Apretujándonos extendíamos al cocinero los platos de lata. El hombre hundía su cucharón en la basofia, y un tridente en otra olla, luego nos apartábamos para devorar.
A la postre, una tarde se descubrió la trampa: era gallo blindado como los buques de guerra. Su dueño lo armaba con coracita de hoja de lata, ingeniosamente dispuesta, y contra la que era impotente la navaja.
De cualquier tablita y con cerdas o hilillos de resorte me fabricaba unas guitarras de tenues voces; y cátame a mí punteando todo el día. ¡Y los atambores de tarros de lata!
Cuando el calor fue suficiente, puso sobre los hierros la tetera con agua para el mate y yendo hacia la cama desenvolvió el paquete y colocó su contenido, una libra de hierba y otra de azúcar, en un extremo del banco donde ya estaba el pocillo de loza desportillado y la bombilla de lata.