Ejemplos ?
6’ — El Registro se sentará en un libro, escribiéndose numerados los nombres de los ciudadanos calificados, con la expresión de la edad de cada uno y lugar de morada.
1102.- La condición impuesta al heredero o legatario, de no contraer matrimonio, se tendrá por no escrita; salvo que se limite a no contraerlo antes de la edad de dieciocho años.
EL primer Sol de Mayo se levantó sobre una generación de veinticinco años. De la edad de ustedes, ya sus padres habían concebido el pensamiento cuya grandeza todavía ustedes no han comenzado a calcular.
- Contratos a tiempo parcial. - Contratos en prácticas y para la formación. - Reducción de la edad de jubilación. - Aumento de la escolaridad obligatoria.
c) Tener cumplidos dieciséis años y no exceder, en su caso, de la edad máxima de jubilación forzosa. Sólo por ley podrá establecerse otra edad máxima, distinta de la edad de jubilación forzosa, para el acceso al empleo público.
Allí se ve, en miniatura de cera, a los chinos observando en su torre los astros del cielo; allí está el químico Lavoisier, de medias de seda y chupa azul, soplando en su retorta, para ver como está hecho el pedrusco que cayó a la tierra de una estrella rota y fría; allí, entre las figuras de las diferentes razas del hombre, están sentados por tierra, trabajando el pedernal, como los que desenterraron en Dinamarca hace poco, cabezudos y fuertes, los hombres de la edad de bronce.
4º Prestar una mayor atención al apartado de los derechos sindicales y reivindicaciones sociales, exigiendo este tipo de mejoras que son en gran parte las que hacen más daño al Capital (Reducción de jornada laboral, guarderías, adelantamiento de la edad de jubilación, etc.).
y difiere únicamente en ciertas políticas específicas (reducción de la edad de jubilación, reducción de la jornada laboral, cooperativismo y fondos de inversión pública.
Hay pueblos que viven, como Francia ahora, en lo más hermoso de la edad de hierro, con su torre de Eiffel que se entra por las nubes: y otros pueblos que viven en la edad de piedra, como el indio que fabrica su casa en las ramas de los árboles, y con su lanza de pedernal sale a matar los pájaros del bosque y a ensartar en el aire los peces voladores del río.
Yo sentíame conmovido: Aquellas palabras ásperas, firmes, llenas de aristas como las armas de la edad de piedra, me causaban impresión indefinible: Tenían una sonoridad antigua: Eran primitivas y augustas, como los surcos del arado en la tierra cuando cae en ellos la simiente del trigo y del maíz.
Así en las come- dias do Lope, Calderón, Moreto, Alarcón, Tirso y demás inge- nios de la edad de oro de las letras castellanas, vemos siem- pre aparecer galán y gracioso preparando al espectador, con una larga tirada de versos, al desarrollo del asunto.
Hay que estudiarla no en nuestra historia colonial, que sólo cuenta lo pelicular; no en los épicos relatos de nuestros navegantes de la edad de oro, no en toda esa faramalla de nuestros destinos en el Nuevo Mundo, sino en las aduanas coloniales.