Ejemplos ?
América es el teatro de los sucesos; cos- tumbres y tipos americanos son los exhibidos y el que escriba Tradiciones, no sólo está obligado á darles colorido local, sino que, hasta en el lenguaje, debe sacrificar, siempre que opor- tuno lo considere, la pureza clásica del castellano idioma, para poner en boca de sus personajes frases de riguroso provincia- lismo, y que ya perderá tiempo y trabajo el que se eche á buscarlas en los diccionarios. Cuando se pinta, no debe huirse de la naturalidad, por mucho que á veces sea ella ramplona y de mal gusto.
Desgraciadamente no tardé mucho en conocer que había en aquella expresión más verdad de la que mi buen Braulio se figuraba. Interminables y de mal gusto fueron los cumplimientos con que para dar y recibir cada plato nos aburrimos unos a otros.
Indignáronle mas que todo las gacetillas de calumnias, y los archivos de mal gusto dictados por la envidia, la hambre y la torpeza; viles sátiras que respetan los buytres y despedazan las palomas; novelas faltas de imaginacion, donde se ven mil retratos ideales de sugetos que sus autores no conocen.
¡Ojalá que sirviese a más de ciento, Poetas de mal gusto inficionados, Y dijesen, cual yo, desengañados: «El Águila eres tú, divino Iriarte; Ya no pretendo más sino admirarte: Sea tuyo el laurel, tuya la gloria, Y no sea yo el cuervo de la historia!»
La erudición, señores, es un poquito comprometida: es preciso saberla manejar, a fin de no incurrir a cada paso en malsonantes cacofonías, en redundancias de mal gusto o en círculos viciosos...
No quisiera herir en manera alguna la susceptibilidad del espíritu patrio de las lindas hijas del Pisuerga y del Ebro que a la sazón se encuentran con nosotros; pero creo ingenuamente que figuras tales necesitan más un fondo tan poético como el que ahora ocupan, que el árido y marchito sobre que nacieron. Esta opinión tendrá de egoísta todo lo que se quiera, pero nada de mal gusto.
Las comidas eran largas, formidables las sobremesas. Elvira se retiraba a sus habitaciones y no presenciaba las bromas, generalmente de mal gusto, que allí se corrían.
Había arreglado pronto su casa, porque no tenía apenas muebles, pero éstos eran limpios y no de mal gusto, por lo que Félix no pudo darse cuenta al principio de los sacrificios que la madre se imponía para que el niño no viviese peor que los demás de su clase.
Un día, Kuranosuke, viendo que se habían colocado monedas de oro delante del joven Tsunashige, preguntó al servidor: "¿Por qué razón están aquí estas monedas?" El servidor contestó: " El Amo acababa de saber que le habían hecho un regalo y como no lo había visto todavía, yo se lo he traído." Kuranosuke criticó fuertemente al servidor y dijo: "Colocar tales objetos delante de una persona importante es de mal gusto.
El carpintero, que había oído con indiferencia las anteriores palabras del chico, pareció ahora vivamente interesado, concluyendo por dar entero crédito a la noticia, pues don Pantaleón, el autor del mensaje, viejo guarda de la mina, era un hombre formal, incapaz de molestar a un camarada con una broma de mal gusto.
Nada justifica los derroches o las erogaciones desproporcionadas, y frecuentemente con manifestaciones de mal gusto, con que algunos exhiben y subrayan, en el extranjero, los errores de nuestra justicia distributiva.
Unicamente, como para dar este salto al vacío uno se toma el mayor tiempo posible, en el instante en que el verdugo se dispuso a pasarle la soga por el cuello con la misma ceremonia que si se tratara del Toisón de Oro, pues este tipo de personas cuando ejerce su profesión ante el público se aplican con habilidad e incluso con cierta gracia, Eustaquio le rogó que se detuviera un instante para que pudiera rezar aún dos oraciones a San Ignacio y a San Luis Gonzaga, santos que había reservado para el final porque habían sido beatificados aquel mismo año 1609; pero el verdugo le respondió que el público también tenía sus quehaceres y que era de mal gusto hacerle esperar para un espectáculo tan sencillo como una simple ejecución...