Babilonia


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Babilonia

 
hist. Antiguo país de la Baja Mesopotamia. Su historia se divide en un primer Imperio (ss. XIX-XVI a C) y un segundo Imperio o neobabilónico (625-539 a C). El primer Imperio alcanzó su apogeo con la presencia de Hammurabi.

Babilonia

 
hist. Capital de la antigua Caldea (Baja Mesopotamia), a orillas del Éufrates. Fundada por los acadios hacia el s. XXI a C, fue una de las más importantes ciudades de Oriente. Con Nabucodonosor (s. VI a C), alcanzó su máximo esplendor.
Diccionario Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L.
Traducciones

Babilonia

Babylon

Babilonia

babilonia

Babilonia

SF (= ciudad) → Babylon; (= reino) → Babylonia

babilonia

SFbedlam
V tb babilonio
Collins Spanish Dictionary - Complete and Unabridged 8th Edition 2005 © William Collins Sons & Co. Ltd. 1971, 1988 © HarperCollins Publishers 1992, 1993, 1996, 1997, 2000, 2003, 2005
Ejemplos ?
No compares con ella los muros de Babilonia que allanó Alejandro; no los castillos de Cartago y Numancia, ganados con un ejército; no el Capitolio y su Alcázar, que todos ellos tienen las señales de los enemigos; pero las que defienden al sabio están seguras del fuego y de los asaltos, sin que haya portillo por donde entrar, porque son altas, excelsas e iguales a los dioses.
Después del diluvio fue el primer tirano Nembrot, también llamado Bela, primer rey de Babilonia; él dominó sobre los demás sin otro derecho que la fuerza: fue padre de Nino, primer rey de los Asirios, él fue descendiente de Cham, hijo de maldición de Noé.
¿Qué hacía París, que no hubieran hecho Babilonia, Antioquía, Síbaris, Roma y tantas otras ilustres corruptoras de la antigüedad remota?
Despues de ejercitar su lápiz en el Gil Blas y otros periódicos de su ralea, Ortego marchó á París, y en aquella Babilonia de la civilizacion moderna acabó de extraviarse, halagado por el aplauso de los sectarios que veían con gusto á un español maldiciendo de las glorias de nuestros exclarecidos artistas, que en pintar la vida monacal no han tenido rival en Europa.
En la hoguera, se les vio arrodillados, Sebastián con más fuerzas, sostenía a su esposa moribunda: ambos tenían los ojos y las manos elevados al cielo en actitud suplicante. Las llamas parecían respetarlos como a los tres jóvenes en el horno de Babilonia, mandados echar por Nabucodonozor.
Algo similar aconteció con los grandes imperios de Babilonia, Egipto y Persia, que aunque representaron en su época un gran poderío, hoy son naciones fuertes en su entorno, pero no superan a las potencias europeas; pese a que análogamente a las naciones americanas, cuentan con territorios de dimensiones mayores que las de Europa.
Ni las abominaciones de un Tiberio, ni las depravaciones de un Heliogábalo, ni las impuras tradiciones de la degenerada y degradada Roma, sobrecogen con mayor asombro». San Petersburgo se había convertido en una segunda Babilonia...
sí, diez mil veces peor que Babilonia en los desenfrenados excesos en que sus habitantes de todas clases -corte, nobleza y pueb lo- se sumieron y se entregaron», escribe otro comentarista, «instigados por el fatal ejemplo de la tan lisonjeada pero desvergonzada zarina.» Estos eran los tiempos en que floreció la joven .
II Es tu fauna riqueza invaluable Con especies de singular belleza Son sus aves un ejemplo viviente Surcando los aires con mágico esplendor, En sus extensos y majestuosos lagos Se ven delfines y peces de colores Manjar de dioses como la gamitana Y el famoso y gigante pirarucú III De tu suelo extenso y facundo Surgen frutos de mágicos sabores Y jardines de sin igual belleza Como en babilonia la victoria floreció Valerosos colonos y nativos Defendieron con valentía su patria Como herencia dejaron a sus hijos La dicha inmensa de este suelo nacional.
Cuando iba a la floresta, junto al corzo o jabalí herido y sangriento, hacía improvisar a sus profesores de retórica canciones alusivas; los criados llenaban las copas del vino de oro que hierve, y las mujeres batían palmas con movimientos rítmicos y gallardos. Era un rey sol, en su Babilonia llena de músicas, de carcajadas y de ruido de festín.
¡Ah, señora, si fuese posible a algunos el dejar su Babilonia, su Tiro, su Babel, para poder venir a hacer su vida entera en esa luminosa y espléndida ribera!
Y vio en lo inmemorial del pasado las metrópolis reinas que fueron, las que por Dios malditas cayeron en instante pestífero; el muro que crujió remordido de llamas la hervorosa Persépolis, Tiro, la imperial Babilonia que aun brama, y las urbes que vieron a Ciro, a Alejandro, y a todos los fuertes que escoltaron victorias y muertes.