Allí recibió Galiana a su receloso amante, en esa cuesta que entonces era un plantel de azahares. Allá por aquella torre que hicieron puerta los árabes, subió el Cid sobre Babieca con su gente y su estandarte.
Ellos estando en aquesto el buen Cid que asomaba. -Adiós, adiós, mi señora, la mi linda enamorada, que del caballo
Babieca yo bien oigo la patada.
Anónimo
Do la yegua pone el pie,
Babieca pone la pata. Allí hablara el caballo, bien oiréis lo que hablaba: -¡Reventar debía la madre que a su hijo no esperaba!
Anónimo
Este es el genio que yo me encontré una mañana de agosto en Tananarivo, cuando semejante a un
babieca abría los ojos como platos frente al disparatado palacio que ocupó la ex reina indígena Ranavalo.
Roberto Arlt
-Venid vos acá, mi hija, mi hija doña Urraca; dejad las ropas continas y vestid ropas de pascua. Aquel moro hi-de-perro detenédmelo en palabras, mientras yo ensillo a
Babieca y me ciño la mi espada.
Anónimo
Éstos, con cierta patria y ciertos nombres, en la misma región caballos tienen, de donde nuestros gatos se previenen; que hacer de solo un codo hombres naturaleza, como pintor que muestra la destreza, a un naipe todo un cuerpo reducido, y los caballos no del propio modo, mayor monstrosidad hubiera sido de su instrumento ilustre y poderoso: que mal pudiera andar hombre muñeca en el lomo espacioso de un gigante
Babieca; así, que la objeción es de provecho, pues queda el argumento satisfecho.
Lope de Vega
Antes de 2010, los nombres de los animales iban en cursiva, pero los nombres de los animales clásicos debían ir en redonda: Bucéfalo, Cerbero, Rocinante, Babieca, Platero.
Atribuido a Hobbes, aunque ya se utiliza una expresión similar (opuesta) en El Quijote: Metafísico estáis. Es que no como (Diálogo entre Babieca y Rocinante).
Según la autora, Alfonso XIII le dijo sobre Babieca, el caballo del Cid: El basamento conmemora la relación del Cid con la Ciudad de Sevilla.
Los primeros versos del Cantar de mío Cid reflejan la tristeza del Cid cuando, a lomos de su caballo, Babieca, vuelve la mirada para ver los muros de su casa y propiedades, en Vivar.
Después de su muerte, las tropas del Cid, arropando a su jefe subido a Babieca y engalanado con su armadura más bella, salieron de Valencia hacia las tierras del centro.
Ya desde el Cantar de mio Cid (solo cien años desde su muerte) esta tradición ha propagado los nombres de sus espadas, de su caballo Babieca y de su lugar de nacimiento, Vivar, si no es que su origen es el propio Cantar de mio Cid, pues es la primera vez que aparecen las espadas, el caballo y el lugar de nacimiento.