Ni un deseo, ni una imagen sensual me han perseguido; las tentaciones enfermizas se respiran con el olor de cocina y de perfumería, de polvos de arroz y de mujer que flotan en el aire, cargado de efluvios de lascivia y de gérmenes de enfermedades mentales, de la Babilonia moderna.
1. Encima de las corrientes que en
Babilonia hallaba, allí me senté llorando, allí la tierra regaba, 5. acordándome de ti, ¡Oh Sión!, a quien amaba.
San Juan de la Cruz
¡Sión, por los verdes ramos que
Babilonia me daba, de mí se olvide mi diestra, que es lo que en ti más amaba, si de ti no me acordare, 50.
San Juan de la Cruz
Te amo despreciándote como se adora a ciertas mujeres que nos seducen con el sortilegio de su belleza sensual y sé bien que los pies de Helena no huellan tu suelo, ¡oh pérfida y voluptuosa Babilonia!
Un oficioso llegó jadeando a palacio y dio al virrey Abascal aviso de que los insurgentes de Chile estaban en la plaza pidiendo a gritos la cabeza de su excelencia. Aquella fue una confusión que ni la de
Babilonia.
Ricardo Palma
Ezequías engendró a Manasés; Manasés engendró a Amón; Amón engendró a Josías; 1.11. Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos en el tiempo de la deportación a
Babilonia.
La Biblia (Nuevo Testamento)
Es ésta compañera inseparable de toda humana gloria: no hay grandeza que no decline, no hay imperio que no fenezca y se acabe. Hundióse el poderío romano; cayeron en ruinas
Babilonia y Nínive; Jerusalén, Cartago, Itálica, sufrieron la misma suerte.
Emilia Pardo Bazán
Ella to volvía a derramar fuera, en las plazas, en los paseos, en las calles, y la vieja ciudad normanda aparecía ante sus ojos como una capital desmesurada, como una Babilonia en la que ella entraba.
Os llevasteis la tienda de Moloc y la estrella del dios Refán, las imágenes que hicisteis para adorarlas; pues yo os llevaré más allá de
Babilonia.
La Biblia (Nuevo Testamento)
Y las dolientes notas de la quena y las palabras tremendas del haravicu seguían impresionando a los vecinos como las lamentaciones del profeta de
Babilonia.
Ricardo Palma
en lo que más me gozaba, y si yo tuviere fiesta y sin ti la festejaba! ¡Oh hija de
Babilonia, mísera y desventurada! 55. Bienaventurado era aquél en quien confiaba, que te ha de dar el castigo que de tu mano llevaba, y juntará sus pequeños, 60.
San Juan de la Cruz
1.12. Después de la deportación a
Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel; Salatiel engendró a Zorobabel; 1.13. Zorobabel engendró a Abiud; Abiud engendró a Eliaquim; Eliaquim engendró a Azor; 1.14.
La Biblia (Nuevo Testamento)