Persia

Persia (Pārs)

 
Antiguo nombre del reino de Irán (hasta 1935), derivado de la antigua región de Persis. (V. persa.)
Diccionario Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L.
Traducciones

Persia

Persia

Persia

SFPersia
Collins Spanish Dictionary - Complete and Unabridged 8th Edition 2005 © William Collins Sons & Co. Ltd. 1971, 1988 © HarperCollins Publishers 1992, 1993, 1996, 1997, 2000, 2003, 2005
Ejemplos ?
San José mueve los brazos bajo una capa de seda. Detrás va Pedro Domecq con tres sultanes de Persia. La media luna soñaba un éxtasis de cigüeña.
Sócrates: Comparando, pues, nuestra condición a la suya, veamos en primer lugar, si los reyes de Lacedemonia y el rey de Persia son de nacimiento inferior al nuestro.
Y el rey de Persia está en este concepto tan por cima de los reyes de Lacedemonia, que jamás se ha sospechado que la reina pueda dar a luz un príncipe que no sea hijo del rey, y por esta razón jamás se ha guardado, siendo su única guarda el temor.
Ese peregrino que usted ve no procede de Persia ni de Alejandría, ni siquiera de otras partes de España, pues es de aquí cerca, según se cree, si bien no ha habido medio de que revele su nombre (su nombre de pecador, como él dice).
Este, sentado sobre una alfombra de Persia, aguarda impaciente la hora en que el sol descendiendo de su carro de oro, se ocultara tras la encendida faja de luz que borda el horizonte del Océano.
Ellos están encargados de las funciones civiles, políticas, militares y religiosas; pero al fin son persas los sátrapas de Persia, son turcos los bajaes del gran señor, son tártaros los sultanes de la Tartaria.
Al fin le dixo uno de ellos: La causa de la guerra que asuela veinte años ha el Asia, procede en su orígen de una contienda de un eunuco de una de las mugeres del gran rey de Persia, con un oficinista del gran rey de las Indias.
Sócrates: Si piensas ponerte a la cabeza de los atenienses, es preciso que te prepares para combatir los reyes de Lacedemonia y el rey de Persia.
Dente el cielo favores, las dos Arabias bálsamos y olores, Cambaya sus diamantes, Tíbar oro, marfil Sofalia, Persia su tesoro, perlas los orientales, el Rojo Mar purísimos corales, hatajes los Ceylanes, áloes preciosos Sámaos y Campanes, rubíes Pegugamba y Nubia algalia, amatistas Karsin, y prósperos sucesos Acidalia.
Cual mugen del Océano las bravas olas, cuando la tierra se estremece, y la mar rompe sus ferradas trabas; un pueblo esclavo, cuando se embravece, con sus cadenas se arma, y desbocado, ningún delito en su furor le empece. Contemplemos el suelo malhadado de la Persia infeliz, de la Turquía, por un dueño absoluto dominado.
Vete á este pueblo, examínalo todo; me darás cuenta, y por tu informe determinaré si he de castigar ó exterminar la ciudad. Yo, señor, respondió humildemente Babuco, ni he estado nunca en Persia, ni conozco en todo aquel imperio á ninguno.
Por fin libré mi prepucio y mi trasero por mil zequíes, y me escapé corriendo á Persia, resuelto á no oir en Turquía misa griega ni latina, y á no decir nunca _Aláh, Ilah, Aláh_ en los ratos de los gustos de amor.