misma

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Traducciones

misma

own, same, very
Ejemplos ?
Esta misma blandura de mi carácter es a todas luces lo que nos hace incompatibles en la vida íntima, según han demostrado ya diferentes ensayos; pues a él le exasperan las formas suaves y corteses, las escenas tiernas y cariñosas, y todo lo que no sea rudo, áspero, fuerte y belicoso.
¡Es decir, que yo tengo la culpa de todo lo que ocurre! -¡La tengo yo! -dijo Angustias, como hablando consigo misma. -¡No busquen ustedes la causa de las causas!
Sembrado de azucenas estaba todo, y la blancura del jardín despedía una claridad que alumbraba la celda con rayos de luna, más vivos y lucientes que la misma plata.
Agarrábase a Inés, absorbiendo su respiración sana, su hálito perfumado, delicioso, preso en la urna de cristal de los blancos dientes; aquel era el postrer licor generoso, caro, que compraba y que bebía para sostenerse; y si creyese que haciendo una incisión en el cuello de la niña y chupando la sangre en la misma vena se remozaba, sentíase capaz de realizarlo.
El médico la encontró muy aliviada a la mañana siguiente; y, como pasó también el día cada vez más tranquila, la segunda noche se retiró Angustias a su cuarto después de las dos, cediendo a las tiernas súplicas de su madre y a las imperiosas órdenes del Capitán, y Rosa, se quedó de enfermera... en la misma butaca, en la misma postura y con los mismos ronquidos que veló a don Jorge la noche que lo hirieron.
Al tachárseme de traidor y antipatriota, ¿no se me dirige acaso la misma acusación que los Osorio, los San Bruno, los Marcó del Pont dirigían contra O’Higgins, contra los Carrera, contra todos los chilenos expatriados en Mendoza o en Buenos Aires, que, después de haber luchado en Rancagua, combatían con la pluma a los invasores que más tarde iban a vencer con espada?
La propia doña Teresa me dio la misma contestación que usted, cuando le revelé mi inquebrantable propósito de no casarme nunca...
La misma acusación que en mi contra se mueve fue hecha por el Gobierno tiránico de Juan Manuel de Rosas, que se llamaba a sí mismo Ilustre Restaurador de las Leyes.
Por tanto, otra cosa es lo que usted quiere de mí, y le suplico que, antes de decirme una palabra más, piense en la solemnidad de las circunstancias y en otras consideraciones muy atendibles. -No le comprendo a usted, ni yo misma sé lo que quiero...
- Creo que aquella mujer que está de cuerpo presente en el fondo del cuadro era el alma y la vida de este fraile que agoniza contra el suelo; creo que, cuando ella murió, él se creyó también muerto, y murió efectivamente para el mundo; creo, en fin, que esta obra, más que el último instante de su héroe o de su autor (que indudablemente son una misma persona), representa la profesión de un joven desengañado de alegrías terrenales....
Cuando, por último, los médicos, fatigados, declararon que, por su parte, estando conseguido lo posible, lo principal, lo demás era, cuestión que había que confiar a la naturaleza misma, la cual se reserva, en sus santuarios, mucho que no ha entregado aún a la investigación humana, aunque es de suponer que un día no tendrá más remedio que entregarlo, la madre, oída la sentencia, irguiose encendida, arrebolada de inspiración...
(me decía a cada instante.) ¡Entonces no hay remedio, me matan!..., pues ese maldito se ha empeñado en que ningunos ojos que vean su fisonomía vuelvan a ver cosa ninguna.» Estaba yo haciendo estas reflexiones, cuando se me presentó un hombre vestido de macareno con mucho lujo, y dándome un golpecito en el hombro y sonriéndose con suma gracia, me dijo: - Compadre, ¡yo soy Parrón! Oír esto y caerme de espaldas, todo fue una misma cosa.