Todos condenan un error, todos se duelen de una injusticia; pero la Humanidad encierra tanta abyección y tanta cobardía, que en el fragor de la lucha suele unirse con sus torsionarios para combatir a sus defensores. A veces, no hay crimen tan imperdonable como hablar lo que todos piensan o decir a gritos lo que todos murmuran a media voz.