Andrew Unterberger de Popdust calificó a la canción con tres de cinco estrellas y declaró que la canción «suena como una llamada a la era de electroclash, con mugrientos bajos, secciones de palabras habladas inexpresivas y letras al azar en alemán, lo que inevitablemente se convierte en otro aplastador de neo-discotecas».
El crítico de USA Today Steve Jones percibió un proceso de maduración de Jay-Z en el tema y comentó que «los elegantes puntos emblemáticos a los que se refiere distan mucho de los mugrientos panoramas de Marcy Projects que alguna vez describió en detalle, algo tal vez esperable del autodenominado "el nuevo Sinatra"».
Hoy todo ello ha quedado reducido a escombros, paredones desmoronados y cuatro libros mugrientos que, guardados en viejas arcas, siguen dejando testimonio de lo que esta institución y estos pueblos fueron en mejores edades.
El término punk se utilizó como título de una revista fundada en 1976 en Nueva York por John Holmstrom, Ged Dunn y Legs McNeil que deseaban una revista que hablara de todo lo que les gustaba: las reposiciones por televisión, beber cerveza, el sexo, las hamburguesas con queso, los cómics, las películas de serie B, y el rock n' roll que sonaba en los garitos más mugrientos de la ciudad: Velvet Underground, Stooges y New York Dolls, entre otros.
No acertaría a decir lo que era un carnaval en aquellos tiempos de gozo, en que buscábamos para las comparsas y sus disfraces los arreos de nuestros antepasados, los tricornios mugrientos que habían corrido la tuna, las casacas moradas que habían asistido al recibimiento de la Reina María Luisa, las chupas de raso bordadas con guirnaldillas de rositas, los enormes relojes competidores de los que sonaban en las torres, los guardapiés de tisú, las pelucas empolvadas, los mil objetos con que hoy comerciaría un anticuario y que nosotros aderezábamos de pintoresca manera, sin otro consejo que el capricho de nuestra desenfrenada fantasía, ni más fin que divertirnos todos, viéndonos los unos a los otros por las calles en una broma continua.
El hambre, la miseria, espectros repugnantes que siguen nuestros pasos prontos a lanzarse cual asqueroso reptil sobre el incauto e imprevisor viajero de la vida, para extrujarlo entre sus descarnados y mugrientos brazos y no soltarlo jamás...
Allí, entre grupos de chiquillos mugrientos, y sorteando las cuerdas empavesadas de ropa puesta a secar, llegamos a nuestro paradero, la puerta del número 45, guarnecida de una pequeña placa de bronce que ostentaba el nombre de «Rance».
Y, en efecto, tan tranquilo fui, que al regresar, ni me cercioré de si estaba allí la cantidad, los fajos de billetes verdosos,
mugrientos, sobados, tan gratos, sin embargo, a la vista.
Emilia Pardo Bazán
La mona vieja del decenio, que vistió durante diez años el manto del despotismo, se ha calado coquetamente el gorro frigio a lo rojo y se ha puesto a bailar y cantar la Marsellesa al son de los pitos que le tocan los mugrientos muñecos del decenio...
De hecho, la mayor parte del tiempo -en el gimnasio, en sus juegos- van desnudos y mugrientos, porque raramente se les permite bañarse.
Entre su Parentela se puede encontrar cualquier raza y nacionalidad del mundo, aunque la mayoría de estas almas perdidas tienen orígenes tan mugrientos o al menos, combativos.
Pero el puesto de honor entre los mugrientos lo tiene Enrique IV de Francia: no solamente no se lavaba nunca sino que además ni siquiera tenía por costumbre perfumarse.