Los padres, las esposas, los hermanos, los hijos y las novias de nuestros combatientes, que en forma abnegada y cariñosa los alentaron e impulsaron al cumplimiento de su deber patriótico, reciban también el homenaje que nosotros les rendimos.
Así primeramente fueron construidos, fueron formados, nuestros abuelos, nuestros padres, por los Espíritus del Cielo, los Espíritus de la Tierra. Entonces existieron también sus esposas, vivieron sus mujeres.
205.- Los que expidieren o ejecutaren la orden de atormentar a los presos o detenidos, con incomunicación por mayor tiempo que el señalado por la ley, con grillos, cepo, barra, esposas, cuerdas, calabozos malsanos, u otra tortura, serán reprimidos con prisión de uno a cinco años e interdicción de los derechos políticos por igual tiempo.
He aquí, pues, que no se nutrían más que de hijos de abejas, de hijos de avispas, de hijos de abejorros, para sostenerse; ni buena alimentación ni buena bebida. Entonces no aparecían los caminos de sus casas, no aparecía en donde se habían quedado sus esposas.
Brujo del Envoltorio. Brujo Nocturno, no se sirvieron más que de madera podrida; sus esposas se pusieron a matar. Solamente una parte regresó: las tribus fueron a la carrera.
“Oh esposas nuestras, vosotras vinisteis también de nuestra lejana comarca”, dijeron a sus esposas, haciendo recomendaciones a cada una.
Su hermana era una de las cuatro
esposas del Sultán; su hermano, un fiel servidor de los franceses; su padre, el primer cadí o juez de la ciudad.
Roberto Arlt
"Y oí el ruido de unas pisadas, luego mi propia voz, porque el desconocido imitaba muy bien mi propia voz, oí mi propia voz que decía desde muy lejos: "-Bendecida sea la clemencia de Alá y la caridad del señor de esta casa. Que sus
esposas le den abundantes hijos.
Roberto Arlt
Pero, cien años después, el negro aún no es libre; cien años después, la vida del negro es aún tristemente lacerada por las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación; cien años después, el negro vive en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de prosperidad material; cien años después, el negro todavía languidece en las esquinas de la sociedad estadounidense y se encuentra desterrado en su propia tierra.
Las familias de los soldados que están en Etiopía o en España, viven en el más completo pauperismo: les pagan tres liras diarias a las esposas y una más por cada hijo, con lo que no pueden humanamente vivir.
Los civiles que habían cruzado la frontera con sus esposas e hijos, al entrar a territorio francés fueron separados, habiéndose mandado los hombres a una región, las mujeres a otra y los niños a otra.
Para atraerle a este propósito, Lucía con un candor y gracia especial, hacía una bella pintura al cacique del amor conyugal, de los tiernos lazos que unen a dos esposos que ligados al pie de los altares, juran amarse siempre. De los deberes de las mujeres europeas para con sus maridos, y del amor noble y caballerezco de estos para con sus esposas.