casino


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(Del ital. casino, casa de campo.)
1. s. m. JUEGOS Local especializado en la práctica de juegos de azar, y donde ocasionalmente hay espectáculos, bailes y otras diversiones.
2. Sociedad de personas que se reúnen para conversar, leer, jugar, o con otros fines culturales y recreativos. club, círculo
3. Edificio o sede de esta sociedad.
Gran Diccionario de la Lengua Española © 2022 Larousse Editorial, S.L.

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m. Casa de recreo, situada generalmente fuera de poblado.
Sociedad de los que se juntan en una casa, mediante la cuota que paga cada socio, para conversar, leer, jugar, etc.
Edificio en que esta sociedad se reúne.
Diccionario Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L.

casino

(ka'sino)
sustantivo masculino
edificio acondicionado para juegos de azar casino de Las Vegas
Kernerman English Multilingual Dictionary © 2006-2013 K Dictionaries Ltd.
Sinónimos

casino

nombre masculino
Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos Vox © 2022 Larousse Editorial, S.L.
Traducciones

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casino, club

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SM
1. [de juego] → casino
2. (club social) → club
3. (Cono Sur) (= comedor) → canteen
Collins Spanish Dictionary - Complete and Unabridged 8th Edition 2005 © William Collins Sons & Co. Ltd. 1971, 1988 © HarperCollins Publishers 1992, 1993, 1996, 1997, 2000, 2003, 2005
Ejemplos ?
¿Ni cómo me caso con ella, después de tanto como he declamado contra el matrimonio? ¿Qué dirían de mí en el Casino? ¿Qué dirían los que me encontrasen en la calle con una mujer del bracete, o en casa, dándole papilla a un rorro?
París es la sima en que arroja sus tesoros el sensualismo de todo el orbe; y al paso que en Mabille y en el Casino Cadet se exhibe el impudor en toda su desnudez, protegido por los sargents de Ville, autorizados por el Gobierno en los severos salones del faubourg Montmartre, viven los legitimistas a todas sus anchas, como en plena Restauración.
omo Augusto necesitaba confidencia se dirigió al Casino, a ver a Víctor, su amigote, al día siguiente de aquella su visita a casa de Eugenia y a la misma hora en que esta espoleaba la pachorra amorosa de su novio en la portería.
¡Citado por su propia mujer! ¡Cómo reirían los amigos del Casino al saber aquello! Dos lavanderas se pararon en el camino, a corta distancia, con pretexto de descansar, sentándose sobre sus talegos de ropa.
Y al estrechar la mano gruesa, un poco oprimida por el guante, añadió: -¿Cuándo hay boda? En el Casino dicen que pronto... -Malas lenguas, malas lenguas -murmuró el senador, recreciéndose satisfecho.
En el teatro del Casino, de yeso dorado que parece con las luces morería de mucha riqueza, todas las cabezas se vuelven a la vez, descuidando las arias del "Tambor Mayor", para ver entrar en su palco, con un ramo de rosas rojas, y majestad de casa real, a una sudamericana de ojos negros.
Mauro Pareja, allí presente -porque esta conversación se desarrollaba en el vestíbulo del Casino de la Amistad, al cual nos habían traído, complacientes, el café y la botellita de vino-, confirmó las palabras de Dueñas.
En la templanza de los últimos días de septiembre; en aquel clima de Levante, con la deliciosa humedad ligera de sus noches; con el olor a jazmines y a rosas no agostadas, porque el riego conservaba su vida; a la luz de la luna, que emperlaba con tonos nacarados el jardín, parecían doblemente gustosos los manjares, servidos como en el restaurante de un gran casino internacional, por criados de rigurosa etiqueta, sin más techo que el follaje de los árboles, entre cuyos claros palpitaba el cielo, puntilleado de estrellas...
El viento de tierra saludaba a la barca con melodías vivas y alegres. Era la música que tocaba en el paseo, frente al casino. Por debajo de las achatadas palmeras desfilaban, como las cuentas de un rosario de colores, las sombrillas de seda, los sombreritos de paja, los trajes claros y vistosos de toda la gente de veraneo.
En el jardín de la calle de Vargas se acaba de construir un Circo ecuestre; pero los bailes se han trasladado al espacioso salón del Casino del Sardinero.
Y entonces se dio cuenta de que la había venido siguiendo. Recapacitó que había salido para ir al Casino y emprendió el camino de este.
Vaciló un momento Augusto, y diciéndose: «¡Bah, hay tantas mujeres hermosas desde que conocí a Eugenia...!», echó a andar, volviéndose camino del Casino.