caminata

ni nadie nos entiende... En nuestra escasa caminata hemos visto tanto que... nos espanta y nos rebela; nos revela y nos consume: nos deprime y nos agota.

Aquellos gritos estentóreos parecían a cada segundo ir aumentando y yo me lamentaba por haber cruzado esas ciclópeas montañas que ocultaban este mundo tramposamente bello. Hubiera hecho mejor una larga caminata rodeándolas y nada de esto me hubiera acontecido.

Y después de lanzar su armónico pregón se detiene Pepa en la esquina de la calle para descansar un punto de la fatigosa caminata. El sol cae esplendoroso sobre la mitad de la calle...

Y mientras el agua pronta a hervir dejaba escapar el runrún que precede de la ebullición, la abuela con las manos cruzadas en el regazo seguía con la vista las tenues volutas de vapor que empezaban a escaparse por el curvo pico de la tetera. A pesar del cansancio atroz de la larguísima caminata, experimentaba una dulce sensación de felicidad.

Sin embargo, proseguí explorando aquel tétrico castillo y encontré un larguísimo pasadizo que parecía no tener fin. Me adentré en él y luego de un gran rato de caminata, topé con una pared.

Me dirigí a la puerta que parecía invitarme con palabras seductoras a introducirme, pero recordé de nuevo las palabras de aquel habitante submarino y la curiosidad desapareció. Yo reanudé mi caminata flotante con rapidez.

Pero los detestables fugitivos que nos conducían, cegados por una premura irreflexiva y por el temor de la eventualidad de una persecución, despreciaron tan útiles consejos. Sin esperar el nuevo día, poco después de media noche, emprendimos de nuevo la caminata.

sino yo, sino aquél que vivió de sus caminos para hacer la caminata eterna, caminata mía, caminata nuestra, nuestra propia caminata.

Se me llueve el cuerpo y se me inunda el alma por lo visto en el octubre de los puños calendarios; lo escuchado a las espaldas que no oyen y no saben las injurias que corroen su caminata de sol tras el antifaz de amores.

La caminata les despejó la cabeza y les aplacó los nervios encalabrinados, devolviéndoles esa alegría espontánea que es la mejor prenda de la juventud.

un santo; un santo como los que se ven en los altares... De pronto, el médico volteó el coche, emprendiendo la caminata en sentido opuesto.

Y despidiéronse de AZTLAN, mujeres y hombres, niños y ancianos, fuertes y débiles, emprendieron con gran valentía y esfuerzo, la caminata hacia un lugar desconocido, pero anunciado.