Ejemplos ?
A partir de entonces, el mayor Kovaliov volvió a pasearse como si tal cosa por la Avenida Nevski, a frecuentar los teatros y acudir a todas partes.
Nos consta también que un personaje que a él perteneció tiene la osadía de pasearse por Madrid a ciertas horas de la noche desde la calle A a la plazuela de B, y se le conoce por el cuidado con que se recata, a fuer de criminal, de todo transeúnte.
Ni aun osaban apelar al supremo recurso de los aburridos: pasearse cogidas del brazo, a lo largo del salón; y cuchicheaban entre ellas ahogando prolongados bostezos.
¡No, no, niebla, niebla! ¡Quién fuera águila para pasearse por los senos de las nubes! Y ver al sol a través de ellas, como lumbre nebulosa también.
Sus miradas se hicieron más atrevidas, sus conversaciones, más libres; tuvo incluso la inconveniencia de pasearse con Rodolfo, con un cigarrillo en la boca, como para « burlarse del mundo»; en fin, los que todavía dudaban ya no dudaron cuando la vieron un día bajar de «La Golondrina», el talle ceñido por un chaleco, como si fuera un hombre; y la señora Bovary madre, que después de una espantosa escena con su marido había venido a refugiarse a casa de su hijo, no fue la burguesa menos escandalizada.
El cementerio musulmán es alegre, en cambio, como un carmen; los naranjos crecen entre sus tumbas, y mujeres embozadas hasta los ojos, escoltadas por gigantescas negras, van a sentarse en un canto de la sepultura de sus muertos y mueven las manos mientras, compungidas, lloran a moco tendido. El teniente Herminio Benegas venía a pasearse allí.
Ya al valeroso Sebastián Hurtado pasearse por la fortaleza de Santi-Espíritu, acompañado de Pérez de Vargas, Oviedo y Rodríguez Mosquera, conferenciando sobre su gigantesco plan de llevar adelante la conquista.
Esta marea de pensamientos creció rápidamente y la señora Margarita se levantó de la cama, preparó las valijas y empezó a pasearse por su cuarto y el corredor sin querer mirar el agua de la fuente.
Además, como la historia de las sillas danzantes de la calle Koniúshennaia era todavía reciente, nada tiene de particular que al poco tiempo se empezara a comentar que la nariz del asesor colegiado solía pasearse a las tres en punto de la tarde por la Avenida Nevski.
Parecióme el extranjero digno de alguna consideración, trabé presto amistad con él, y lleno de lástima traté de persuadirle a que se volviese a su casa cuanto antes, siempre que seriamente trajese otro fin que no fuese el de pasearse.
Por el contrario, empujados y oprimidos por el potente movimiento que la población ha tomado allí en los últimos años, van abandonando el territorio: ya tiene el raquero cien Argos que le contemplan, y no puede pasearse erguido como antes, señor de aquella ínsula remota.
-añadió el ladino Capitán, logrando alcanzar las muletas y comenzando a pasearse aceleradamente, cual si huyera de la interrumpida discusión.