La matrona del Ogro también trata que huya, pero el rey resta en la cueva; que no le es sin Lucinda ir cosa grata y cada vez marcharse más reprueba.
Ammi no les hubiera hablado del pozo de haber sabido que iban a actuar inmediatamente. Se acercaba la puesta de sol y estaba ansioso por marcharse de allí.
El bosque está siempre un poco más allá de donde nosotros estamos. De donde nosotros estamos acaba de marcharse y queda sólo su huella aún fresca.
No ha salido usted tan mal parado como habría podido ocurrir..., pero tiene que marcharse de aquí inmediatamente, y establecerse en otra parte.
Ammi no les hubiera hablado del pozo, de haber sabido que iban a actuar inmediatamente. Se acercaba la puesta de sol y estaba ansioso por marcharse de allí.
Pero les vieron
marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos.
La Biblia (Nuevo Testamento)
—gritó Iñigo entonces—. Estaba de Dios que había de
marcharse. Y la cabalgata se detuvo, y enmudecieron las trompas, y los lebreles dejaron refunfuñando la pista a la voz de los cazadores.
Gustavo Adolfo Bécquer
Todos los placeres de la capital los echaba a perder su presencia. Mi amiga empezó a hablarle a su marido de marcharse cuanto antes, y así lo dispusieron, en efecto.
-replicó Angustias, bajando los ojos-. Pero entretanto quedamos en que usted me dispensará el favor de
marcharse hoy... ¿No es verdad que se marchará usted?
Pedro Antonio de Alarcón
Sobre la mesa se veía la tetera, pero de ella no salía ningún saúco, y el anciano señor del piso alto se dirigía a la puerta para
marcharse.
Hans Christian Andersen
Era otra pregunta difícil, y como a Alicia no se le acurrió ninguna respuesta convincente y como la Oruga parecia seguir en un estado de ánimo de lo más antipático, la niña dio media vuelta para marcharse.
Se puede ser de la casa, vivir en familia, y, sin embargo, no sentirse arraigado; se habla con los demás como se habla en la diligencia, trabar relaciones como en ella se traban. Uno estorba al otro, se tienen ganas de
marcharse o de que el vecino se marche.
Hans Christian Andersen