Algunas veces he interrogado a Sócrates acerca de algunas cosas que había oído a este Aristodemos y lo que ambos me dijeron fue siempre lo mismo.
Y vemos que lo mismo sucede al que es amado, porque jamás estará tan abochornado como cuando su amante le sorprende en cualquier falta.
Porque todos tres están descalzos,
lo mismo las mujeres que el rapaz desmedrado y consumido, que representa once años a lo sumo, aunque ha cumplido trece.
Emilia Pardo Bazán
El rapaz, Raimundo, trabajaba,
lo mismo que las dos mujeres, por cuenta de un contratista, hombre agenciador, que hacía el negocio de proporcionar gente a los que tenían obras en planta, cobrando los jornales a peseta y abonándolos a real.
Emilia Pardo Bazán
Doña Teresa miró a su hija, como para significarle que aquel hombre era mucho menos malo y feroz de lo que él creía, y se halló con que Angustias seguía sonriéndose con exquisita gracia en señal de que opinaba
lo mismo.
Pedro Antonio de Alarcón
Las muchas veces que mi esposo cayó herido defendiendo a don Carlos (menos la última, que, indudablemente en castigo de estar ya de acuerdo con el traidor Maroto, no halló quien lo auxiliara, y murió desangrado en medio de un bosque), fue socorrido por campesinos de Navarra y Aragón que no aceptaron reintegro ni regalo alguno... ¡
Lo mismo haré yo con don Jorge de Córdoba, quiera o no quiera su millonaria familia!
Pedro Antonio de Alarcón
-¡No basta serlo para usted! ¡Es necesario que opine
lo mismo todo el mundo! Siéntese usted, pues, y escúcheme, o envío a llamar a su señor primo; el cual a fuer de hombre de conciencia pondrá término a la vergonzosa situación en que me hallo.
Pedro Antonio de Alarcón
-le respondieron sus aprehensores-. ¡Ahí están los migueletes, y ellos verán lo que hay que hacer con tu persona! - Pues
lo mismo me da... -respondió Heredia-.
Pedro Antonio de Alarcón
Por consiguiente, señorita Angustias, puede usted tranquilizarse en ese particular, aunque tenga más orgullo que don Rodrigo en la horca. -Me es
lo mismo...
Pedro Antonio de Alarcón
Toda acción por sí misma no es bella ni fea: lo que hacemos actualmente, comer, beber, discurrir, nada de esto es bello por sí mismo, pero puede serlo por la manera como se haga: bello si se hace según las de la justicia y la honorabilidad, y feo si se hace contra estas reglas. Lo mismo sucede al amar.
Dijérase que odiaba de muerte a la hermosa joven, tal vez por
lo mismo que nunca lograba disputar con ella, ni verla incomodada, ni que tomase por lo serio las atrocidades que él le decía, ni sacarla de aquella serenidad un poco burlona que el cuitado calificaba de constante insulto.
Pedro Antonio de Alarcón
¡Si fuera usted hombre, juro que habíamos de andar a cuchilladas! ANGUSTIAS.-Pues si yo fuera hombre me reiría de todo ese geniazo,
lo mismo que me río siendo mujer.
Pedro Antonio de Alarcón