Los surtidores goteaban, gimiendo bajito, e Isabel también gimió; el son del agua que cae se adapta a la alegría lo
mismo que a la pena; para unos es concierto divino, para otros, queja desgarradora.
Emilia Pardo Bazán
Fernandito, no cabe duda, mejoraba físicamente; su cuerpo, adolescente ya, se fortalecía; pero continuaba dando el
mismo lastimoso espectáculo de un pensamiento ausente, de una voluntad muerta, de una conciencia entumecida, de un espíritu yerto.
Emilia Pardo Bazán
Su suerte sería la misma de sus compañeros..., sólo que éstos ignoraban el triste sino, y la víspera de su degollación comerían con el
mismo apetito la ración de salvado, y tragarían las duras nueces, sin protesta.
Emilia Pardo Bazán
Pero.... ¡Qué idea! ¿Queréis saber quién ha pintado ese cuadro? ¡Pues lo ha pintado ese
mismo muerto que veis en él! - ¡Eh! Maestro....
Pedro Antonio de Alarcón
--¿A quién se lo ha jurado? --¡A mí
mismo, a un muerto, y a tu pobre madre, hija mía! Todos los semblantes se entristecieron súbitamente al escuchar estas palabras.
Pedro Antonio de Alarcón
Ridolfi, gruñendo, cumplió la orden. Casi al punto
mismo en que salía el preso, se presentó en la sala del festín una mujer vieja, con un chiquitín en brazos.
Emilia Pardo Bazán
- Restad las arrugas y las barbas, y sumad los treinta años que manifiesta la pintura, y resultará que el maestro tenía razón cuando decía que ese religioso muerto era a un
mismo tiempo retrato y obra de un religioso vivo.
Pedro Antonio de Alarcón
Porque todos tres están descalzos, lo
mismo las mujeres que el rapaz desmedrado y consumido, que representa once años a lo sumo, aunque ha cumplido trece.
Emilia Pardo Bazán
La naturaleza estaba vacía y solemnemente muda; ni un soplo de aire agitaba las hojas; el
mismo regato, tan cantador y vivo, los pardillos y gorriones inquietos, dijérase que callaban y se adormían inmóviles.
Emilia Pardo Bazán
Y el abad de Treselle, sofocado, exclamó al ensopar el último bizcocho en la última copa de Tostado dulce: -Pues para que ustedes vean... No soy ningún valentón, pero soy capaz ahora
mismo de largarme solito a la rectoral.
Emilia Pardo Bazán
Y oficiales, y sargentos, y paisanos rodeaban a aquel hombre, que pugnaba por escapar, y al que por lo
mismo sujetaban con mayor fuerza, abrumándolo a preguntas, reconvenciones y dicterios que no le arrancaron contestación alguna.
Pedro Antonio de Alarcón
Cerrando los ojos, a obscuras en mi habitación silenciosa, yo trataba de representarme el momento terrible. A un
mismo tiempo, sin poder valernos los unos a los otros, caeríamos como enjambres de moscas; no se oiría ni la queja.
Emilia Pardo Bazán