Selme desdobló el papel y contó escrupulosamente la suma. Sobraban unas perras; las devolvió, echándolas en el regazo de la costurera, que había
vuelto a sentarse.
Emilia Pardo Bazán
En cuanto a la inflamable Condesa, excusado es decir que había
vuelto a picarse con su huésped al oír aquellos nuevos exabruptos.
Pedro Antonio de Alarcón
Desde que se acabó la guerra, se halla constantemente de reemplazo; pues, si bien he logrado, en mis épocas de favor político, proporcionarle tal o cual colocación en oficinas militares, regimientos, etcétera, a las veinticuatro horas ha
vuelto a ser enviado a su casa.
Pedro Antonio de Alarcón
El caso es que ayer –¿fue ayer?– Sí, sin duda, a no ser que haya sido antes, otro día, otro mes, otro año –no lo sé–. Debió ser ayer, pues el día no ha vuelto a amanecer, pues el sol no ha vuelto a salir.
En cuanto llego cesan de golpe, y apenas me alejo un paso recomienza el vertiginoso parloteo. No he podido contenerme y me he
vuelto con rabia: —¡Pero hablen, hablen delante, que es menos cobarde!
Horacio Quiroga
Más de una vez, la noche cayó sin que Subercasaux hubiera
vuelto del río, y las criaturas encendieron el farol de viento a esperarlo sin inquietud.
Horacio Quiroga
Pero cuando el incendio estuvo apagado y el duendecillo hubo
vuelto a sus ideas normales, dijo: -Me he de repartir entre los dos.
Hans Christian Andersen
El arbolillo se convirtió en un árbol viejo, pero yo envejecí más aún, y cuando aquél se marchitó, corté la última de sus ramas verdes y la planté, y aquella ramita se ha
vuelto este arbolillo, que, al fin, será un adorno de novia, la corona de tu hija.
Hans Christian Andersen
Y aquel enmascarado era yo, pues reconocí mi gesto en la mano que levantaba la cogulla y, boquiabierto de espanto, lanzaba un enorme grito, pues no había nada bajo la máscara de tela plateada, nada bajo el óvalo de la capucha, sólo el hueco de tela redondeada sobre el vacío: estaba muerto y yo... – Y tú has vuelto a beber éter –gruñía en mi oído la voz de De Jacquels–.
Visto por mi amo la gran perdición y la mucha costa que traía, (y) el ardideza que el sotil de mi amo tuvo para hacer despender sus bulas, fue que este día dijo la misa mayor, y después de acabado el sermón y vuelto al altar, tomó una cruz que traía de poco más de un palmo, y en un brasero de lumbre que encima del altar había, el cual habían traído para calentarse las manos porque hacía gran frío, púsole detrás del misal sin que nadie mirase en ello, y allí sin decir nada puso la cruz encima la lumbre.
No ha oído rodar el pedregullo bajo un paso conocido. Su hijo no ha
vuelto y la naturaleza se halla detenida a la vera del bosque, esperándolo.
Horacio Quiroga
Aquel día nos reunimos más temprano que de costumbre porque al separarnos de él la víspera por la noche, supimos que el barco había vuelto de Delos y convinimos que nos encontraríamos al día siguiente en el mismo sitio, lo más de madrugada que pudiéramos.