Ejemplos ?
Entonces lo mandarás decapitar, y cuando vuelvas mañana por la noche, no te olvides de traerme sus ojos, pues me los quiero comer. La princesa se inclinó profundamente y prometió no olvidarse de los ojos.
O en aquella otra ocasión en que le dio tremenda coz, TEZCATLIPOCA a QUETZALCOATL, que éste se convirtió en viento y los hombres quedaron convertidos en monos y los pocos que se salvaron, terminaron adorando a TEZCATLIPOCA, porque les recordaba que debían hacer de los animales sus dioses, vivir solamente sus instintos y olvidarse de QUETZALCOATL y sus extravagancias.
¿Cómo puede olvidarse de aquella generosa y magnánima resolución guando, acabada la guerra en Italia, pasaron los, por convenio hecho con el emperador Andrónico en el año 1303, a socorrer al Imperio de Oriente, que inundaron las otomanas lunas?
Y habló luego del que esperaban, y que él había visto de niño. El maestro sabía mucho acerca de los cuerpos celestes y pensaba sobre ellos, pero sin olvidarse de la Historia y la Geografía.
Don Luis eligió a Zulima, la sultana que amó él más, y con su amigo la bella los mares cruzando va. Las amorosas palabras del sevillano galán pronto la harán olvidarse de su cariño quizá.
No hay que olvidarse de que el Estado argentino ni ningún otro pueden proveer ni conceder privilegios ni inmunidades a ninguna persona razonablemente sospechada de cometer delitos de lesa humanidad.
El Comité de la Cruz Roja femenino, formado con almas de dilección y nobles corazones; con espíritus exentos de egoísmos, que saben olvidarse de sí mismo en pos del ideal de servicio a sus semejantes, levantó su estandarte como símbolo de cruzada humanitaria, hasta hacer tangible su obra de caridad social.
Verdad que hacía dos horas la magia de la música la hizo olvidarse de todo, de sí misma y de la tisis, pero ahora, desvanecido el encanto, sola, sentada frente al escritorio, acodada sobre éste, la luz tibia de la lámpara, cayéndole sobre la masa de cabellos castaños, la cabeza apoyada en la mano delicada, ahora al recapitular el día, la lectura de Balzac, la furia de trabajo artístico en Sèvres, el ensayo del vestido, el sueño de grandeza mundana, los momentos pasados en el piano, todo se borra ante la realidad cruel de la enfermedad que avanza en el gran silencio religioso de la medianoche; la siniestra profecía del hombre de ciencia llena sola, oscura y siniestra como un horizonte nublado, el campo de su visión interior...
¡Son casi como los otros, como los de Eugenia! ¡Qué dulzura debe de ser olvidarse de la vida y de la muerte entre sus brazos!, ¡dejarse brezar en ellos como en olas de carne!
Para no olvidarse de las formas y colores del mundo, que tenía grabado en la imaginación como un infinito museo, don Jorge pedía noticias de continuo a su mujer y a sus hijos: ante todo de ellos mismos, de los cabellos de la dominante, del bozo que le había apuntado al chico...
Un caballero, un prócer, un lord, aparece, sombrero en mano, suplicando que lo metan de una vez en la cazuela, sin olvidarse de advertir que aquélla ha de ser grande.
27¿No piensan como hacen á mi pueblo olvidarse de mi nombre con sus sueños que cada uno cuenta á su compañero, al modo que sus padres se olvidaron de mi nombre por Baal?