ido


También se encuentra en: Sinónimos.

ido, a

1. adj. Que está distraído no entiendes lo que te digo porque estás ido. despistado
2. SIQUIATRÍA, SICOLOGÍA Que tiene las facultades mentales perturbadas o poco desarrolladas enajenado e ido fue internado en el frenopático. chiflado, loco cuerdo
Gran Diccionario de la Lengua Española © 2022 Larousse Editorial, S.L.

ido, -da

 
adj. Chiflado.
(Amér.) Ebrio.
Diccionario Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L.
Sinónimos

ido

, ida
Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos Vox © 2022 Larousse Editorial, S.L.
Traducciones

ido

Ido

ido

ido

ido

gone

IDO

SM ABR (Esp) =Instituto de Denominaciones de Origen

ido

A. ADJ
1. (= despistado) → absent-minded
estar idoto be miles away
2. (= chiflado) → crazy, nuts
estar ido (de la cabeza)to be crazy
3. (CAm, Méx) estar idoto be drunk
B. SMPL los idosthe dead, the departed
Collins Spanish Dictionary - Complete and Unabridged 8th Edition 2005 © William Collins Sons & Co. Ltd. 1971, 1988 © HarperCollins Publishers 1992, 1993, 1996, 1997, 2000, 2003, 2005

ido-a

a. absentminded, distracted.
Spanish-English Medical Dictionary © Farlex 2012

ido -da

adj absent-minded, spacey (fam), spaced out (fam)
English-Spanish/Spanish-English Medical Dictionary Copyright © 2006 by The McGraw-Hill Companies, Inc. All rights reserved.
Collins Multilingual Translator © HarperCollins Publishers 2009
Ejemplos ?
De La Moneda al avión. Carvajal: -Ha ido una patrulla militar a detener a la gente que se rinde. Pinochet: -De La Moneda al avión.
Estoy seguro de que han ido a denunciarme, y acabo de tenderme en el diván: como el dolor de cabeza continúa, me he atado la cara con un pañuelo blanco.
—gritó. Por el norte del patio avanzaba solo el caballo en que había ido el peón. Los perros se arquearon sobre las patas, ladrando con furia a la Muerte, que se acercaba.
No he podido contenerme y me he vuelto con rabia: —¡Pero hablen, hablen delante, que es menos cobarde! No he querido oír lo que han dicho y me he ido.
José se mordió los labios; sin duda, Rosario se disponía a mentir una vez más, a decirle que aquellos trapos y aquellas joyas no eran suyas, y, sin duda, aquellas cosas le pertenecían, y si le pertenecían, ¿adónde había ido ella por dinero para comprarlas?, cuando ella no tenía más que la pesetas que ganaba en la sastrería del señor Paco el Pecheras.
Cuando se hubo ido el mozo, llenó las copas el señor Pepe cerrando los ojos para probar su maestría como escanciador y sin que se derramara una gota al hacerlo, y después de entregarle una a cada uno de sus amigos, exclamó levantando la suya y contemplando al trasluz su contenido que brillaba como un topacio: -Por ustedes, caballeros.
Y como este bandurrio famoso, enterado de que el Gallareta había ido a pasar la temporada veraniega a sus posesiones del Pasillo, habíase metido, decidido a escribir una de sus páginas más gloriosas, en el garito del Frescales, andaba éste de tan mal humor, que al notar que Paco Cárdenas y su compadre, Antoñico el Muñequero, pedían con acento un tantico despótico que dejara de servir a los demás por servirles a ellos primero Periquito el Tarambana, mozo de la taberna, díjole a éste con acento brusco y desabrido: -Sí, hombre, sí, tira lo que tengas en la mano, manque lo que tengas en ella sea una luna veneciana, y si arguno dice que él ha llegao primero, le das una puñalá en la ingle, que lo primero de to es servir a esas dos balas perdías.
Y pensando en la cosa estupenda que podía ocurrir algún día en el portal, sentía el viejo hervirle la sangre, y tal vez hubiérase ido del seguro...
En seguida nuestro corazón estará bien. Cuando la prenda exista, traedla; será para nuestro espíritu el testimonio de que ellos han ido con vosotras”.
He ido afuera, cantando por dentro, con los puños cerrados de acción y una ligera sonrisa externa, como procede en todo hombre que se siente estimable ante la vasta creación que despierta.
Pues, estando en tal aflicción, cual plega al Señor librar della a todo fiel cristiano, y sin saber darme consejo, viéndome ir de mal en peor, un día que el cuitado ruin y lacerado de mi amo había ido fuera del lugar, llegóse acaso a mi puerta un calderero, el cual yo creo que fue ángel enviado a mí por la mano de Dios en aquel hábito.
No se oía un rumor, pero de dentro de las piezas me seguía la tremenda angustia de mamá y mi mujer que esperaban el estampido. El perro se había ido.