Ejemplos ?
-¿Por dónde ha tirao el Petaquero con su lobera? -le preguntó Mendiola sin dignarse contestar a su pregunta. Los recién llegados, sin duda previamente aleccionados, habíanse dirigido rápidos hacia los de la venta, y llevándose aparte a cada uno de ellos, antes de darles tiempo a que pudiesen cambiar una palabra, dieron principio todos a la vez a un mismo interrogatorio.
¿Comen murciélagos los gatos?» Y a veces: «¿Comen gatos los murciélagos?» Porque, como no sabía contestar a ninguna de las dos preguntas, no importaba mucho cual de las dos se formulara.
El Dodo no podía contestar a esta pregunta sin entregarse antes a largas cavilaciones, y estuvo largo rato reflexionando con un dedo apoyado en la frente (la postura en que aparecen casi siempre retratados los pensadores), mientras los demás esperaban en silencio.
El árabe despotricaba entre sus cargueros. Apenas si se dignó contestar a mi saludo. Yo entré en el escritorio del almacén como si nada hubiera sucedido.
Si para contestar a esta pregunta echamos mano a las primeras ocurrencias que por su estímulo surgen en nuestro pensamiento, podremos proponer varias soluciones verosímiles; por ejemplo, la de que durante el reposo no existe el poder de crear una expresión correspondiente a las ideas del sueño.
Ya sabes, pues, mi querido Cebes, lo que tienes que contestar a Eveno; dile también de mi parte que se conduzca bien y que si es sabio me siga, porque todo hace prever que hoy partiré, puesto que los atenienses lo ordenan.
¿Por qué no conducirlo para que venza sus rubores, sus miedos y sus dudas? A la clase de español, primordialmente, le corresponde contestar a estas preguntas.
(Hilaridad) Llevé el asunto al Consejo Nacional de Gobierno para contestar a Estados Unidos de si estaban dispuestos a estudiar el mismo.
Es obra de misericordia suprema despertar al dormido y sacudir al parado, y es obra de suprema piedad religiosa buscar la verdad en todo y descubrir dondequiera el dolo, la necedad y la inepcia. Ya sabe, pues, mi buen amigo el chileno lo que tiene que contestar a quien le pregunte cuál es mi religión.
Pero, aun así, habría que preguntarse: ¿por qué la voluntad del capitalista norteamericano difiere de la del capitalista inglés? Y, para poder contestar a esta pregunta, no tendríamos más remedio que traspasar los dominios de la voluntad.
Cuando llegó a destino, el atolondramiento había cesado. Casi sin contestar a la efervescente recepción, contó su aventura. Carlos, su amigo, le interrogó al fin: -¿Cómo era el hombre?
Pusiéronse encendidas como dos pimientos mis primitas al tener que contestar a mi saludo, tendióme una gruesa, morena y áspera mano el exclaustrado, abrazando en seguida a mi tío; y todos, en grata compañía, nos sentamos a la mesa.