¡Y con aquella criatura había partido él un día su merienda! Ella se la había
comido con verdadera voracidad, con un gesto de aprobación a cada bocado.
Hans Christian Andersen
Se estaba durmiendo de veras y empezaba a soñar que paseaba con Dina de la mano y que le preguntaba con mucha ansiedad: «Ahora Dina, dime la verdad, ¿te has comido alguna vez un murciélago?», cuando de pronto, ¡cataplum!, fue a dar sobre un montón de ramas y hojas secas.
No se les daba de comer, sino que, cuando la comida había acabado, cuando Maestro Mono, Maestro Simio, habían comido, entonces venían ellos.
Sediento y comido por los ardores de la sangre, Miguel doblaba los pedestales iliacos y extendía los brazos hacia adelante, hasta dar las manos en tierra.
Como hallase el pan ratonado y el queso comido y no cayese el ratón que lo comía, dábase al diablo, preguntaba a los vecinos qué podría ser comer el queso y sacarlo de la ratonera, y no caer ni quedar dentro el ratón, y hallar caída la trampilla del gato.
Era evidente que el meteoro había emponzoñado el suelo pero la enfermedad de personas y animales que no habían comido nada crecido en aquel suelo era harina de otro costal.
Estando así, díjome:“Tú, mozo, ¿has comido?” “No, señor -dije yo-, que aun no eran dadas las ocho cuando con vuestra merced encontré.” “Pues, aunque de mañana, yo había almorzado, y cuando ansí como algo, hágote saber que hasta la noche me estoy ansí.
Este último dato ha sido visto siempre como una especie de compensación a la mutilación de los derechos de los trabajadores bancarios, técnica por lo demás utilizada con variantes de forma lo mismo por Estados totalitarios que por patrones liberales y que en el fondo obedece al principio pragmático de que rinde más un trabajador bien comido y contento; para decirlo brutalmente, unos y otros consideran y tratan a los trabajadores como animales de producción, no como personas humanas con dignidad que trasciende a lo material.
32 Te amaré, mi dulce Ipsitila, mis delicias, mis encantos: manda que a ti venga yo a la siesta, y, si lo mandaras, aquello ayuda: que ninguno atranque del umbral la tablilla o que a ti no te agrade fuera salir, sino en casa te quedes y prepares para nos nueve continuas copulaciones. A la verdad, si algo has de hacer, al punto mándalo, pues bien comido yazgo, y, harto, boca arriba, atravieso túnica y palio.
La mujer prosiguió afable: - Es que se mira usted muy demacrado, muy pálido, como agotado... ¿Ha
comido ya? ¿Quiere que le ayudemos?
Antonio Domínguez Hidalgo
Y al mar se echó; y bogando, bogando día y noche y una semana y otra, y cuatro y todo un mes, y dos… y más, sufriendo ya de su gente, (falta de su tenaz constancia e incontrastable fe), murmuraciones, quejas, audacias, rebeldías, y aun luchas a que había la fuerza que oponer, tras de razones, ruegos, promesas y castigos, y de una congojosa navegación después, y haber comido en ella su pan con hez de acíbar y haberle remojado con lágrimas y hiel...
Otra noche en que yo había comido y bebido demasiado, el estar remando siempre detrás de ella me parecía un sueño disparatado; tenía que estar escondido detrás de la montaña, que al mismo tiempo se deslizaba con el silencio que suponía en los cuerpos celestes; y con todo me gustaba pensar que «la montaña» se movía porque yo la llevaba en el bote.