En tanto tenía lugar la escena que dejamos narrada, el tiroteo seguía en la loma del Almendral; los contrabandistas empezaban a retroceder; ya dos de ellos habían tenido que retirarse heridos y uno de los carabineros, al abrigo de las balas por un corte del terreno, vendábase una pierna, de la que no cesaba de brotar la sangre.
Aquello fue un acosón chancero, igual que si se hubiesen tratado tú por tú desde la cuna Ignacia y don Laureano. Hubo dichos graciosos,
tiroteo de picantes frases.
Emilia Pardo Bazán
Incapaz para la venganza, al verlos partir recordé a la niña de los ojos aterciopelados y tristes, y lamenté con un suspiro que no tuviese las formas gráciles de aquel efebo. Toda la noche hubo sobresalto y lejano tiroteo de fusilería.
Por orden del Ministerio de la Defensa, las armas ilegales utilizadas por los soldados en el tiroteo fueron después registradas como armas legales por el Departamento de Control de Armas y Municiones (DECAM) del Gobierno.
Ya habían ido dos veces y volvieron por tercera vez en la mañana del Sábado consiguiendo arreglar una tregua hasta el Sábado a medianoche, primero con Piérola y después con el General Baquedano. Estaban desayunándose en el Cuartel General peruano con Piérola cuando de repente comenzó el tiroteo.
Un instante después, allá a lo lejos comenzaba un tiroteo parejo, continuado, lejano, y una línea de globitos blancos, como copos de algodón, aparecía entre los árboles, marcando la infantería enemiga.
No llegaban a quinientos hombres del pueblo los que se propusieron impedir la marcha de un ejército, compuesto, poco más o menos, de tres mil soldados de infantería, caballería y artillería. Eran las siete de la noche y aún duraba el
tiroteo entre el pueblo y la tropa.
Ricardo Palma
Después de los primeros mates, principiaba el tiroteo serio, cruzándose las preguntas veladas sobre el estado de los novillos, por parte del resero, con las discretas indirectas sobre los precios que iba a pagar, por parte de los hacendados.
Los ladrones invadían las calles por todas partes y en grupos que vitoreaban al Perú y a Piérola, sin acordarse para nada de los chilenos, se dirigían a las calles escogidas que eran designadas a gritos por la turba. A las 8 de la noche un tiroteo nutridísimo se oía en toda la ciudad.
Pero pensé en general en mi familia; no puedo precisar si fue mucho lo que pensé, porque también recuerdo bien los disparos, ya para entonces los disparos de remate, y como uno de los compañeros que estaba tendido gritaba: “hijo de puta”, y enseguida un disparo de remate en respuesta a eso. Inmediatamente después del primer tiroteo, eso fue un coro de quejidos.
El 19 de junio en horas de la madrugada en un Operativo Conjunto, del Ejército y de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, con uniformes y vehículos reglamentarios comienza lo que sería, bueno, un gran tiroteo, que duró varias horas, sobre esta precaria casa que contaba de madera y bueno y algunas paredes de mampostería.
Al recio
tiroteo se siguió un movimiento confuso en la tropa asaltante, choques, voces, tumultos, chasquidos de látigos en las tinieblas, cual si un pánico repentino la hubiese acometido, y tras de esa confusión pavorosa algunos tiros de pistola y frenéticas carreras, como de quienes se lanzan a escape acosados por el vértigo.
Eduardo Acevedo Díaz