señora


También se encuentra en: Sinónimos.

señora


sustantivo femenino
1. mujer que está casada con un hombre la señora del ministro
2. religión fórmula de tratamiento que recibe en la religión cristiana la Virgen María la catedral de Nuestra Señora de París
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Traducciones

señora

госпожа

señora

Frau, Madame, gnädige Frau

señora

sinjorino

señora

madame, dame

señora

senhora, madame

señora

κυρία

señora

paní

señora

frue

señora

rouva

señora

gospođa

señora

奥様

señora

부인

señora

mevrouw

señora

frue

señora

pani

señora

frun

señora

คุณผู้หญิง

señora

madam

señora

quý bà

señora

女士

señora

SF
1. (= esposa) → wife
vino con su señorahe came with his wife
la señora de GarcíaMrs García
mi señoramy wife
2. (Rel) Nuestra SeñoraOur Lady
Collins Spanish Dictionary - Complete and Unabridged 8th Edition 2005 © William Collins Sons & Co. Ltd. 1971, 1988 © HarperCollins Publishers 1992, 1993, 1996, 1997, 2000, 2003, 2005
Collins Multilingual Translator © HarperCollins Publishers 2009
Ejemplos ?
La nueva desgracia que se ha buscado mi incorregible y muy amado pariente don Jorge de Córdoba, a quien nadie mandaba echar su cuarto a espadas en el jaleo de ayer tarde (pues que está de reemplazo, segun costumbre, y ya podría haber escarmentado de meterse en libros de caballerías), es cosa que tiene facilísimo remedio, o que lo tuvo, felizmente en el momento oportuno, gracias al heroísmo de esta gallarda señorita, a los caritativos sentimientos de mi señora la generala Barbastro, condesa de Santurce, a la pericia del digno doctor en medicina y cirugía, señor Sánchez, cuya fama érame conocida hace muchos años, y al celo de esta diligente servidora...
Por lo demás, la señora Generala y yo hablaremos a solas (cuando le sea cómodo, pues yo no tengo nunca prisa) acerca de insignificantes pormenores de conducta, que darán forma natural y admisible a lo que siempre será, en el fondo, una gran caridad de su parte...
-gritaba en tanto la sirvienta-. ¡Ya entra en la casa de enfrente! Repórtese la señora... Pero ésta no la oía. Pálida como una difunta, luchaba con su abatimiento hasta que, hallando fuerzas en el propio dolor, alzóse medio loca y corrió a la calle...
Así, al pie de la letra: quince y dos meses acababa de cumplir Inesiña, la sobrina del cura de Gondelle, cuando su propio tío, en la iglesia del santuario de Nuestra Señora del Plomo -distante tres leguas de Vilamorta- bendijo su unión con el señor don Fortunato Gayoso, de setenta y siete y medio, según rezaba su partida de bautismo.
Sólo había abierto hasta entonces la boca, antes de comenzarse la dolorosa operación, para dirigir las breves y ásperas interpelaciones a doña Teresa y a Angustias, contestando a sus afectuosos buenos días. -¡Por los clavos de Cristo, señora!
En el piso bajo de la izquierda de una humilde pero graciosa y limpia casa de la calle de Preciados, calle muy estrecha y retorcida en aquel entonces y teatro de la refriega en tal momento, vivían solas, esto es, sin la compañía de hombre alguno, tres buenas y piadosas mujeres, que mucho se diferenciaban entre sí en cuanto al ser físico y estado social, puesto que éranse que se eran una señora mayor...
¿Por qué ha permitido que se levante usted tan temprano, y no ha venido ella a traerme el chocolate? Dígame usted, señora Teresa: ¿está mala acaso la joven princesa de Santurce?
Saludó correctísimamente a Angustias, al Doctor y hasta un poco a la gallega, aunque ésta no le había sido presentada por la señora de Barbastro, y sólo entonces dirigió al Capitán una larga mirada de padre austero y cariñoso, como reconviniéndole y consolándole a la par y aceptando, ya que no el origen, las consecuencias de aquella nueva calaverada.
ANGUSTIAS.-¡Continúe! ¡No me escatime galanterías! EL CAPITÁN.-¡Si, señora! ¡Voy a hablarle con toda franqueza! Yo he tenido siempre aversión instintiva a las mujeres, enemigas naturales de la fuerza y de la dignidad del hombre, como lo acreditan Eva, Armida, aquella otra bribona que peló a Sansón, y muchas otras que cita mi primo.
Dicho esto, que no es fórmula oratoria de cortesía, sino expresión del antiguo y alegado afecto que le profesa mi alma, tengo que cumplir con usted otro deber sagrado, cuyo tenor es el siguiente: El procurador o agente de negocios de su difunta madre, al notificarme hoy la penosa nueva, me ha dicho que cuando, hace dos semanas, fue a poner en su conocimiento la desfavorable resolución del expediente de la viudedad, y a presentarle las notas de nuestros honorarios, tuvo ocasión de comprender que la señora poseía apenas el dinero suficiente para satisfacerlos...
¡Asesina a la buena señora, hablándole de insolvencia y de ejecución, al pedirle los honorarios, para ver si la obligaba a darle la mano de usted; y ahora quiere comprar esa misma mano con el dinero que le sacó por haber perdido el asunto de la viudedad...
Si yo cogiera al infame que me ha traído a esta casa, nada más que a fastidiar a ustedes y a deshonrarme... -Trajímosle en peso yo y la señora y la señorita...