Al Estado cubano no hay ni por dónde empezar a mirarlo ni por dónde empezar a entenderlo, porque semeja un pulpo con un centenar de brazos, entre ministerios, departamentos autónomos, organismos de todas clases, y lo peor es que cargado de personal, sobrecargado de personal.
“Hemos vencido y mío es” exclama la náyade, y toda ropa lejos lanzando, en mitad se mete de las ondas y al que lucha retiene y disputados besos le arranca y le sujeta las manos y su involuntario pecho toca, y ahora por aquí del joven alrededor, ahora se derrama por allá; 360 finalmente, debatiéndose él en contra y desasirse queriendo, lo abraza como una serpiente, a la que sostiene la regia ave y elevada la arrebata: colgando, la cabeza ella y los pies le enlaza y con la cola le abraza las expandidas alas; o como suelen las hiedras entretejer los largos troncos 365 y como bajo las superficies el pulpo su apresado enemigo contiene, de toda parte enviándole sus flagelos.
De pronto apareció un engendro espantoso. Era uno solo y semejaba un enorme
pulpo de dos cabezas y decenas de ojos en cada una de ellas.
Antonio Domínguez Hidalgo
Ven acá, digo otra vez, ¿y tú no sabes, Pasillas, que pasado te vea yo con un chuzo, que Cristinica es prenda mía? SACRISTÁN: ¿Y tú no sabes,
pulpo vestido, que esa prenda la tengo yo rematada, que está por sus cabales y por mía?
Miguel de Cervantes
De todos sus peligros se va salvando América. Sobre algunas repúblicas está durmiendo el pulpo. Otras, por la ley del equilibrio, se echan a pie a la mar, a recobrar, con prisa loca y sublime, los siglos perdidos.
Entretanto huían las horas, y bajo las arcadas de cal y ladrillo la máquina inmóvil dejaba reposar sus miembros de hierro en la penumbra de los vastos departamentos; los cables, como los tentáculos de un
pulpo, surgían estremecientes del pique hondísimo y enroscaban en la bobina sus flexibles y viscosos brazos; la maza humana apretada y compacta palpitaba y gemía como una res desangrada y moribunda, y arriba, por sobre la campiña inmensa, el sol, traspuesto ya el meridiano, continuaba lanzando los haces centelleantes de sus rayos tibios y una calma y serenidad celestes se desprendían del cóncavo espejo del cielo, azul y diáfano, que no empañaba una nube.
Baldomero Lillo
No se ve la escena porque lo impide el humo de la cocina, que sale a borbotones por el balconcillo, conductor único que para él hay en la casa. La mujer de tío Bolina está clavando unas rabas de pulpo en la pared de su balcón para que se oreen.
A la bulla de los loros montaraces y a la algazara de los hombres encaminados otra vez con seguridad sobre u pista, el negro trashumante corrió de los podridos troncos de bucare, entre los que se disimuló por un momento, a guarecerse entre las altas raíces de un matapalo, que sobresalían de la tierra y a flor de tierra se desparramaban como los tentáculos de un pulpo.
No sólo el trabajador sufre la iniquidad de las leyes, las vejaciones del poder y la tiranía del capital; todos somos, más o menos, escarnecidos y explotados, todos nos vemos cogidos por el inmenso pulpo del Estado.
Blande tu invicta blasfemia que es una garra pulida, y sórbeme por la herida sediciosa del pecado, como un
pulpo delicado, “¡muerte a muerte y vida a vida!” Clávame en tus fulgurantes y fieros ojos de elipsis, y bruña el Apocalipsis sus músicas fulgurantes...
Julio Herrera y Reissig
Al carao en que los zopilotes se refugian, los años han ido, despiadados, despojándole de todas sus hojas, hasta dejarlo mondo. Y es así que sus ramas se extienden retorcidas, atormentadas, coronando el tronco rugoso, como los ocho tentáculos de un pulpo.
BERGANZA.—¿Cómo la tengo de seguir si callo? CIPIÓN.—Quiero decir que la sigas de golpe, sin que la hagas que parezca
pulpo, según la vas añadiendo colas.
Miguel de Cervantes Saavedra