pretendiente


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pretendiente, a

1. adj. Que pretende una cosa.
2. adj./ s. Que aspira al noviazgo o al matrimonio con otra persona de joven tuvo muchos pretendientes. cortejador
3. Aspirante a desempeñar un cargo público.
Gran Diccionario de la Lengua Española © 2022 Larousse Editorial, S.L.

pretendiente, -ta

 
adj.-s. Que pretende, procura o solicita una cosa.
Díc. esp. del que pretende a una mujer.
m. Persona que se cree con derecho a un trono.
Diccionario Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L.

pretendiente

(pɾeten'djente)
sustantivo
1. persona que solicita un cargo los pretendientes de un puesto laboral
2. persona que corteja a otra para iniciar una relación amorosa Mi vecina tiene muchos pretendientes.
3. persona que reivindica un trono los pretendientes de la corona
Kernerman English Multilingual Dictionary © 2006-2013 K Dictionaries Ltd.
Sinónimos

pretendiente

adjetivo y nombre común
aspirante solicitante candidato
Candidato se utiliza cuando se pretende un cargo.
Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos Vox © 2022 Larousse Editorial, S.L.
Traducciones

pretendiente

/a
A. SM/F (= aspirante) (a cargo) → candidate, applicant (a for) (al trono) → pretender (a to)
B. SM (anticuado) [de una mujer] → suitor
Collins Spanish Dictionary - Complete and Unabridged 8th Edition 2005 © William Collins Sons & Co. Ltd. 1971, 1988 © HarperCollins Publishers 1992, 1993, 1996, 1997, 2000, 2003, 2005
Ejemplos ?
En aquel momento acertó a pasar por allí un entierro; se fue a la caja, le echó una gota de bálsamo en la boca al difunto, que se levantó tan bueno y dispuesto, cargó con su ataúd y se fue a su casa; lo que visto por el segundo pretendiente, compró al viejecito su bálsamo por lo que le pidió.
Por supuesto que tuve que hacer una antesala digna de un pretendiente, porque una de las cosas que mejor se saben hacer aquí es esto de antesalas.
La elección ha de hacerse en la casa que aparece a la derecha. Ese que se presenta por aquella bocacalle con larga viveza y una rueda de amolar es un pretendiente a la casona.
La Marina sin novedad, que por cierto es lástima. La Cuádruple Alianza parece que tiene olvidada su cláusula de sacar al Pretendiente del territorio de la Península.
El último, que era un viejecito, se acercó a él y le dijo si le quería comprar aquella arca. -¿Para qué la quiero yo -respondió el pretendiente-, si no puede servir sino para hacer una hoguera?.
Nati tembló de felicidad. El pretendiente la miraba embobado, se la bebía con los ojos. Siguieron andando, pero el muchacho propuso sillas y las pagó galantemente.
–Es menester que esto se acabe, Mauricio –decía Eugenia–; así no podemos seguir, y menos después de lo que te digo pasó ayer. –Pero ¿no dices –dijo el llamado Mauricio– que ese pretendiente es un pobre panoli que vive en Babia?
Cada uno de nuestros oradores es un Temístocles; con tal que le dejen hablar, él le dirá también a la guerra civil, al Pretendiente, a toda calamidad: «¡Pega, pero escucha!».
La Mariposa miró de soslayo a su antiguo novio, replicando después al actual pretendiente con forzada sonrisa, que a éste le pareció un rayo de sol en plena noche: -¡Quién sabe!
Sufría, dice un historiador, el horrible mal de piedra, y sus indignos sobrinos, sabiendo que no era rico y que, seguía él decía, «sus parientes no se aprovecharían de los bienes de la Iglesia», no cesaban de torturarle, obligándole continuamente a trasladarse de Meaux a la corte para implorar favores de todas clases; y el grande hombre tenía que hacer antesalas y sufrir desaires y burlas de los cortesanos; hasta que en uno de estos tristes viajes de pretendiente murió en París en 1704.
Decirte que durante estos diez años el recuerdo de Teresa me ha perseguido constantemente, sería faltar a la verdad; he amado a otras mujeres, y hace cuatro años estuve a punto de casarme con una hermosa joven; pero la desgracia hizo que un mes antes de verificarse nuestro enlace, los padres encontrasen un pretendiente a la mano de mi amada mejor que yo, y este me fue preferido por ellos, y la novia tuvo que someterse a la voluntad de sus tiranos.
Orazio Formi, poeta milanés, educado en Florencia, y después pretendiente en Roma, alcanzaba por fin en la capital del mundo católico el logro de sus esperanzas bien fundadas.