mármol

mármol

(Del lat. marmor.)
1. s. m. GEOLOGÍA Piedra caliza metamórfica de textura compacta y cristalina, con vetas de distintos colores, usada en construcción y decoración.
2. ESCULTURA Escultura hecha de este material.
3. INDUSTRIA Plancha de hierro sobre la que se labran las piezas en los hornos y fábricas de vidrio.
4. mármol brecha GEOLOGÍA Roca caliza que por metamorfismo se convierte en mármol cuyos fragmentos angulosos se traban por una pasta homogénea.
5. mármol brocatel GEOLOGÍA El que tiene vetas y manchas de distintos colores.
6. mármol de Carrara GEOLOGÍA Aquel que es muy puro, blanco, de grano fino y uniforme, que se emplea en estatuaria; recibe su nombre de la localidad italiana de Carrara.
7. mármol esquizado GEOLOGÍA El salpicado de pintas.
8. mármol estatuario GEOLOGÍA El que es muy homogéneo, que puede emplearse para hacer estatuas.
9. mármol gateado GEOLOGÍA Aquel cuyas vetas recuerdan a las de los ojos de los gatos.
10. mármol lumaquela GEOLOGÍA Caliza compuesta de fragmentos de conchas de moluscos y otros restos fósiles que por pulimento adquiere mucho brillo.
11. mármol sacaroideo GEOLOGÍA El que por su color o estructura recuerda el azúcar de pilón.
12. mármol serpentino GEOLOGÍA Aquel que es semejante a la roca serpentina, o el que es de color verde matizado.
Gran Diccionario de la Lengua Española © 2022 Larousse Editorial, S.L.

mármol

 
m. petrog. Roca caliza metamórfica formada por calcita y dolomita, de textura compacta y cristalina susceptible de pulimento y mezclada gralte. con sustancias que le dan colores diversos o figuran manchas o vetas.
Obra artística de mármol.
Objeto de mármol.
tecnol. Placa de mármol, y actualmente de otros materiales, empleada como elemento de verificación, que sirve para comprobar las superficies planas. Pueden distinguirse principalmente las platinas o mármoles de mesa y los mármoles de control.
Diccionario Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L.

mármol

('maɾmol)
sustantivo masculino
1. construcción roca de textura granulosa con vetas de color empleada como material de construcción una veta de mármol
2. arte obra artística hecha con esta roca El David se esculpió en una pieza gigantesca de mármol.
Kernerman English Multilingual Dictionary © 2006-2013 K Dictionaries Ltd.
Traducciones

mármol

marble

mármol

marbre

mármol

marmo, pallina

mármol

mramor

mármol

marmor

mármol

Marmor

mármol

marmori

mármol

mramor

mármol

大理石

mármol

대리석

mármol

marmer

mármol

marmor

mármol

marmur

mármol

mármore

mármol

marmor

mármol

หินอ่อน

mármol

mermer

mármol

đá cẩm thạch

mármol

大理石

mármol

мрамор

mármol

大理石

mármol

השיש

mármol

SMmarble; [de cocina] (= encimera) → worktop; (para picar) → chopping-block
Collins Spanish Dictionary - Complete and Unabridged 8th Edition 2005 © William Collins Sons & Co. Ltd. 1971, 1988 © HarperCollins Publishers 1992, 1993, 1996, 1997, 2000, 2003, 2005
Ejemplos ?
Llevónos a la cueva que excavada habita junto al mar el monstruo ciego. De un blanco el mármol es de su morada cual suele serlo aún no escrito pliego.
Aquel sitio intentaba ser admirable; semejante a los antiguos palacetes romanos: pisos y columnas de mármol, portentosas estatuas, directamente reproducidas de los originales de la antigüedad griega; de las paredes colgaban cuadros como neoclásicos elaborados al óleo; de los techos pendían varias lámparas resplandecientes de cristales.
Ninguno copiaba modelos gastados o envejecidos; pues la Naturaleza, ese monstruo que, según la Bruyere, goza en devorarse a sí mismo, no envejece nunca y en cada nuevo sol, la autora, el océano, la soledad imponente de los bosques, las maravillas del cielo, sereno o tempestuoso, los crepúsculos, el canto de las aves que convierten en arpas los árboles, el volcán con sus nieves eternas, las montañas con sus ventisqueros pavorosos, y las llanuras con alfombra de mieles cuajadas de espigas, todo cuanto decora y puebla nuestra vivienda universal, parece que nace en las montañas para esconderse y dormir bajo el manto estrellado de la noche. Admirables son los esfuerzos del que logra con el estudio cincelar lo mismo el mármol...
En cambio con estos ligeruchos iconoclastas, proseguía Zeus, rojo de energumenia, adiós Palas Atenea, Afrodita y Artemisa, las tres gracias que se habían quedado como en un engarróteseme a’i convertidas en estatuas de mármol y más frías que el Eneas despreciador de Dido.
Iba llegando ya, poco a poco. Las calles eran anchas y estaban construidas con pedacería de mármol. Las casas no estaban pintadas, pues lucían el color natural de los ladrillos que las conformaban.
Miré a mi rededor; descubrí que yacía en un alargado túnel de redondas paredes verdes, con piso de mármol azul y un techo del que se descolgaban hilillos refulgentes despidiendo armonías de exquisitos madrigales.
También las obras de aquél producían en las gentes un como espanto y desasosiego que expresaban hablando de la «terribilitá» del Buonarroto. Un poder de violencia y literalmente arrebatador había éste desencadenado sobre el mármol y los muros inertes.
La elegancia de los edificios correspondía a la del lenguaje; se veía allí por doquiera el mármol y el lienzo animados por las manos de los maestros más hábiles, y fue de allí de donde salieron esas obras sorprendentes, ejemplos a todas las edades corrompidas.
En las columnas había ropa colgada, bufandas, sombreros. Había mesas de mármol dispuestas por todas partes. Diversos individuos, con las piernas estiradas, la cabeza erguida, los ojos fijos, con un aire positivista, parecían meditar.
Una de esas noches, como nuestros pasos nos hubieran llevado a la vista del cementerio, sentimos curiosidad de ver el sitio en que yacía bajo tierra lo que habíamos sido. Entramos en el vasto recinto y nos detuvimos ante un trozo de tierra sombría, donde brillaba una lápida de mármol.
Alrededor de las caladas franjas del ajimez, y enredándose por la columnilla de mármol que lo partía en dos huecos iguales, subía desde el interior de la vivienda una de esas plantas trepadoras que se mecen verdes y llenas de savia y lozanía sobre los ennegrecidos muros de los edificios ruinosos.
Caminaron millas y millas montes a través, hasta que por fin vieron ante ellos una gran ciudad, con cien torres que brillaban al sol cual si fuesen de plata. En el centro de la población se alzaba un regio palacio de mármol recubierto de oro; era la mansión del Rey.