Fue un movimiento irrazonado, un impulso ciego, inconsciente, como el que una tarde del otoño pasado me hizo insultar sin motivo al diplomático alemán que me habían presentado diez días antes, dando ocasión para un duelo estúpido en la frontera belga y para que Marinoni me creyera loco.
Durante el año, el Relator Especial para la Libertad de Expresión de la CIDH criticó los procedimientos administrativos contra los canales de televisión privados y las regulaciones de comunicaciones de radio que prohíben la transmisión de información falsa y engañosa; condenó un ataque contra la columnista y presentadora de un programa de opinión, Marta Colomina y criticó la decisión del Tribunal Supremo del 15 de julio en la que apoya las leyes que establecen como un crimen insultar, ofender o amenazar a funcionarios públicos.
-No me tomo la molestia de pensar en usted -dijo Steerforth fríamente-; por lo tanto, no puedo equivocarme. -Y cuando abusa usted de su situación de favorito aquí para insultar a un caballero...
Pero Ventura los leía en el café. Se dejaba insultar como un muerto. Algunos críticos nuevos, que hablaban de música como si tuviesen el arte en estado de sitio y ellos fuesen capitanes generales, se encaraban con el violinista redivivo, y declaraban que había perdido mucho en el largo período de silencio en que se había obstinado.
Él repuso que un hombre no se dejaba insultar, y yo le contesté que tenía razón, y que nunca bajo mi techo podría temer semejante cosa, pues allí los lares eran sagrados y las leyes de la hospitalidad omnipotentes.
-No lo dudo, míster Copperfield -respondió-, estoy seguro; pero como usted no está en una situación humilde quizá no sabe juzgar a los que lo estamos. Yo no quiero insultar con mi instrucción a los que están por encima de mí; soy demasiado modesto para ello...
Nadie la pisa de noche, porque todos prefieren, ¡lo que es la perra de la moda!, la estrechez, vapor y encajonado ambiente de esa mocosa coquetuela y presumidilla que llaman plaza del Duque, y que allí, muy cerquita, se ha puesto con tan poco miramiento y tan poco temor de Dios a
insultar a la decrépita en su agonía, a encanecer el cadáver en la tumba...
Ángel de Saavedra
Mi empedernido acusador, satisfecho de ser nombrado por los pastores ejecutor de la sentencia, se dispone sin dilación a insultar mi desdicha en recuerdo de la coz, cuyo escaso resultado lamentaba yo en este momento desde el fondo de mi corazón.
Nadie se atreva a insultar a otro; no hagan gestos ni se tiren chinarritos, ni se escupan, ni se oiga una pulla ni mala razón, y cuenta con ella; porque si hasta ahora he usado de medios suaves para conteneros, si llegáis a enfadarme, vibraré contra vosotros los rayos de mi padre Júpiter, que los tenemos apilados en la armería, muchos en número, recién buidos, y todos ellos sin estrenar.
Yo creo que a veces innecesarias porque después de todo cuando uno tiene razón no tiene porque ofender, o insultar, basta con alzar la voz y plantear las ideas para que el otro pueda escuchar.
Porque además, yo creo que cuando se tienen argumentos, razones históricas, geográficas, políticas, no es necesario insultar ni agraviar ni mentir; basta solo con contar las cosas cómo han sucedido, cómo han pasado.
Por muy revolucionarias que sean las leyes que nos proponemos llevar adelante, se hacen sin violar un solo derecho, sin suprimir una sola de las libertades públicas, sin darle un golpe a nadie, sin insultar siquiera a nadie (APLAUSOS).