Todo estaba arreglado; consentían los padres; la niña no pedía otra cosa; y quién sabe si ya no habrían cambiado, en la propicia penumbra tan paternalmente proporcionada al patio de la casa por el hermoso sauce que ahí estaba, uno que otro beso furtivo, para afianzar mejor las palabras dadas.
Por eso no esperaré más tiempo, pues va a realizarse el acontecimiento que mi espíritu había previsto; porque el Vengador de los muertos entra con pie furtivo en la morada en que están las antiguas riquezas paternas, teniendo en las manos la espada recién aguzada.
¿Con que viene usted, y al parecer convienen estos señores, cuya voz lleva usted muy a su satisfacción, en que si los españoles se quedaran cojos en el momento en que faltan a las leyes, y, por tanto, se hacen acreedores a la persecución de la justicia, representada por la Guardia Civil, por los guardas de monte, por los carabineros o por la tropa, apenas habría un español que faltara a las leyes, metiéndose a contrabandista, a cazador furtivo, a bandolero o a faccioso blanco o negro?
De modo que esto es una perdición, porque no hay hombre en la Corretania, como no sea algún cojitranco o viejo que no puede con los calzones, que, prevalido de su ligereza de piernas, no se dedique a contrabandista, a cazador furtivo, a bandido o a faccioso blanco o negro.
Pero, en el teatro, mis miradas no se apartaban del palco de Águeda y después de una campaña de gemelos se me figuró que correspondía con mirar dulce,
furtivo y triste.
Emilia Pardo Bazán
A los chicos les sucede como a todos los de la Corretania, por buen aquél que tengan: como desde que tienen uso de razón viven embobados oyendo contar grandezas y valentías de contrabandistas y cazadores furtivos y bandidos y facciosos e invasores de territorio extranjero, que siempre se les representa triunfantes de los encargados de perseguir a los que falten a las leyes y siempre aparecen ganando el oro y el moro y enamorándose de ellos las mujeres más ricas y hermosas, aunque tales grandezas y valentías y triunfos y enamoramientos sean descaradas patrañas, cuya única razón sea aquello de a luengas tierras luengas mentiras, apenas hay en la Corretania un chico cuyo sueño dorado no sea llegar a hombre para meterse a contrabandista, o cazador furtivo...
El viento, agitando los frondosos pabellones de verdura que derramaba en torno su flotante sombra, dejaba penetrar a intervalos un
furtivo rayo de luz, que brillaba como un relámpago de plata sobre la superficie de las aguas inmóviles y profundas.
Gustavo Adolfo Bécquer
Doquier que fuiste, el Hispano, el Anglo, el Francés, el Belga en ti prefirió a las patrias la rara beldad limeña: coral que perlas abrían era tu boca pequeña, y tu frente y tus mejillas rosas blancas y bermejas; tus ojos resplandecían cual las hermanas estrellas de Géminis luminoso, en luz y en beldad gemelas; tu cuello hermoso y flexible el ave envidiar pudiera en cuyo disfraz fue Jove furtivo esposo de Leda; no hay flor que al beso del aura.
Entre diversas razones está – teniendo en cuenta el fundamento y el razonamiento apuntados – el de que, frente a ese “poseedor” furtivo está el Estado, o lo que es lo mismo, la colectividad, la cual, no puede admitirse, -sería un absurdo – que esté colocada en idéntico caso al del propietario “abandonado”.
Y dominado por la invencible languidez que embargaba sus miembros, iba a reclinar de nuevo la cabeza sobre el césped, cuando tornó a oír el eco distante de aquellas misteriosas voces, que acompañándose del rumor del aire, del agua y de las hojas, cantaban así: CORO - El arquero que velaba en lo alto de la torre ha reclinado su pesada cabeza en el muro. - Al cazador
furtivo que esperaba sorprender la res lo ha sorprendido el sueño.
Gustavo Adolfo Bécquer
Si sucede algo de esto, ¿qué va a ser de una habiéndose ido cargando con tantos chicos?, »¡Y pensar que podíamos vivir como el pez en el agua, y si no vivimos es porque ese hombre se empeña en andar siempre correteando, metiéndose hoy a contrabandista, mañana a cazador furtivo, esotro a faccioso blanco o negro para andar siempre a salto de mata y tener el gustazo de burlarse de la justicia, prevalido de que tiene las piernas ligeras!...
Nos dividimos, y mientras uno se dirigía a la izquierda, donde florecía el cantaloup, dos nos inclinamos a la derecha, ocultando el
furtivo paso por entre el alfalfar en flor.
Miguel Cané