“No son numerosos”, dijeron, pero no habían llegado a ver más que los maniquíes, los construidos con madera, que dulcemente se balanceaban, sosteniendo sus flechas, sus escudos, y parecían verdaderamente hombres, parecían verdaderamente matadores.
Escucha Blanca bien, en el sosiego De una tarde serena Cuando tu gente salga Por la floresta amena, (184) Al compas de un laud el peregrino Cantará dulcemente Los himnos del monarca penitente.
-preguntóle con acento vibrante el de los Bigotes. -No, si no me dio puñalá ninguna -le repuso dulcemente el Matraca. -¡Entonces es que estarán ya liaos con él los del úle!
¡Pero cuente usted desde ahora, señor Capitán Veneno, con que le acusaré a usted las cuarenta! Don Jorge la miró con ojos estúpidos y sonrió
dulcemente por la primera vez de su vida.
Pedro Antonio de Alarcón
La muchacha reclinaba la cabeza sobre la maceta, y el elfo de la rosa solía encontrarla allí dormida; entonces se deslizaba en su oído y le contaba de aquel anochecer en la glorieta, del aroma de la flor y del amor de los elfos; ella soñaba
dulcemente.
Hans Christian Andersen
Rosario rió dulcemente, y -Vamos, compadre, menos sangría y menos vinagrá, y jágame usté el favor de decirme qué es lo que le ha encargao mi Curro que usté me diga.
Porque el Ratón se alejaba de ella nadando con todas sus fuerzas, y organizaba una auténtica tempestad en la charca con su violento chapoteo. Alicia lo llamó dulcemente mientras nadaba tras él: - ¡Ratoncito querido!
Todos reconocen cuán magníficos son los hayedos de Dinamarca, pero en la mente de Antón se levantaba más magnífico todavía el bosque de hayas de Wartburg; más poderosos y venerables le parecían los viejos robles que rodeaban el altivo castillo medieval, con las plantas trepadoras colgantes de los sillares; más
dulcemente olían las flores de sus manzanos que las de los manzanos daneses; percibía bien distintamente su aroma.
Hans Christian Andersen
Los filósofos que ven su alma unida verdaderamente y pegada a su cuerpo y forzada a considerar los objetos como a través de una prisión oscura y no por ella misma, comprenden bien que la fuerza de este lazo temporal consiste en las pasiones, que hacen que el alma encadenada a sí misma apriete más la cadena; reconocen que la filosofía, adueñándose de su alma, la consuela dulcemente y trabaja para libertarla haciéndola ver que los ojos están llenos de ilusiones como los oídos y los demás sentidos de su cuerpo...
Es probable que alguna vez murieron los hombres centenarios
dulcemente, cual una luz que se extingue, satisfechos de acabar sin protesta y sin rencor para la muerte, saciados de sus días, como dice la Biblia.
Vicente Blasco Ibáñez
Se cerraron los ojos destinados a iluminar mis gozos y mi dicha en esta vida. Reposa ahora
dulcemente en el fondo del mar, pobre alma mía.
Hans Christian Andersen
Que ya no sea más así”. “Atraedlo dulcemente hacia el Oriente”, dijeron “también los Maestros Gigantes a los dos engendrados. “Muy bien, jefes”, respondieron éstos.