¿Has hecho un Nacimiento para divertirte? -Para divertirme yo, no -respondió expresivamente Isabel, ya serena
del todo-. Tengo los huesos durillos para divertirme con Belenes...
Emilia Pardo Bazán
¡No haga usted caso de esa ingrata y dígame que ya está buena
del todo, o reviento aquí donde me veo atado por el dolor y crucificado por mi enemiga!
Pedro Antonio de Alarcón
-preguntó la joven con hechicera calma, volviéndose
del todo hacia él, y fascinándole con los torrentes de luz de sus negros ojos.
Pedro Antonio de Alarcón
Espantado el matador de culebras que podría ser aquella llave, mirola, sacándomela del todo de la boca, y vio lo que era, porque en las guardas nada de la suya diferenciaba.
Estas máculas, mi querido Cebes, son una pesada envolvente terrestre y visible, y el alma cargada de este peso es arrastrada todavía por él hacia este mundo visible, por el temor que a ella le inspira el mundo invisible, o sea, el infierno, y va errante, como se dice, a los lugares de sepulturas, vagando alrededor de las tumbas, donde se han visto fantasmas tenebrosos, como son los espectros de estas almas, que no han salido del cuerpo purificadas del todo, sino conservando algo de esta materia visible que todavía las hace visibles.
Pero voy a explicarme todavía con mayor claridad, porque me figuro que no acabas de comprenderme. Tienes razón, Sócrates, dijo Cebes, porque no te he comprendido del todo.
sus confluentes por barcos de vapor, que, asegurando la exportación de los inmensos, productos de esas vastas regiones, contribuyan á aumentar el número de sus habitantes y á civilizar las tribus salvajes, convienen, en, que las mercaderías, productos y embarcaciones que pasaren del Perú al Brasil ó del Brasil al Perú por la frontera y ríos de uno y otro Estado, estén exentos de todo y cualquier derecho, impuesto ó alcabala, á que no estuvieren sujetos los mismos productos del territorio propio, con los cuales quedan del todo igualados.
La persecución se hizo imposible; al dominar del todo el repecho, pudo ver el teniente cómo cada uno de aquellos seguía un camino distinto, y como ya conocía el modo de pelear de aquellas gentes, -A ver, que se queden aquí dos con el cabo Manzano y con el otro número herido, y los demás conmigo todos hacia la trocha de Atanares.
Rosalía quedó en silencio, no convencida del todo; tras el acento jovial de su madre advertía ella una amargura honda y desalentadora; además, ella se veía por dentro; antojábasele asistir a un tristísimo espectáculo, al desmoronamiento de un edificio; antojábasele que su interior era una vivienda en la que empezaba a caer tabiques, techumbres, pilares, cítaras, y en la que en breve no quedaría nada en pie.
Joseíto permaneció silencioso y sombrío; la conformidad de Cayetano y de la señora Pepa, que hasta entonces tan tenazmente habíase opuesto a su partida, habían llevado a su espíritu el triste convencimiento de la gravedad de Rosalía; sin duda ésta estaba en peor estado que él había podido suponer cuando tan dispuestos veía a aquéllos a que él fuese al pueblo con la herida no cicatrizada del todo y sin fuerzas para salir de la casa, pues cuantas veces había intentado hacerlo sin el apoyo del señor Juan, hubiera dado en tierra con su buena persona.
Entendieron Casio y Bruto la mente de César; y por medio de sus amigos, si del todo no se reconciliaron, entre sí se confederaron contra él y aunaron las quejas propias contra el príncipe.
—No está loco del todo —dijo G —; pero es un poeta, lo que considero que está sólo a un paso de la locura. —Cierto —dijo Dupin después de una larga y reposada bocanada de humo de su pipa—, aunque yo mismo sea culpable de algunas malas rimas.