Por el Dios que veneramos, por el manto celestial, dile a este desventurado si en el Edén lejano a Leonor, ahora entre ángeles, un día podré abrazar".
Pero si hay algo que me asuste más que una mujer, es una señora, y, sobre todo, una señora inocente y sensible, con ojos de paloma y labios de rosicler, con talle de serpiente del Paraíso y voz de sirena engañadora, con manecitas blancas como azucenas que oculten garras de tigre, y lágrimas de cocodrilo capaces de engañar y perder a todos los santos de la corte
celestial...
Pedro Antonio de Alarcón
—¿Qué es de Michito?— la pregunté. Y ella, con una encantadora, indescriptible, celestial son- risa, me contestó: —Lo he regalado.
¿Quién como tú la inspiración me diera, y la armonía celestial y santa, y la robusta entonación severa de que carece mi mortal garganta?
Vuelve, hourí celestial, vuelve conmigo, y al corazón me volverá la vida: sin ti, no encuentro caridad ni abrigo, mi riqueza sin ti yace perdida.
¡Oh, dulce Madre celestial y bella, feliz mil veces quien a Ti se acoge y el norte sigue de tu fija estrella y tu divina luz constante adora!
Se deduce que de los dos Amores que son los ministros de estas dos Venus, hay que llamar a uno el celestial y al otro el popular.
Que viva san Saturnino y que viva don Pascual, y que todos nos juntemos en la patria celestial, y el señor cura también, por siempre jamás, amén.
He visto tu buena voluntad y es suficiente. El domingo próximo vendrás conmigo al festín
celestial. El sacerdote pensó que le ordenaba Dios dar la comunión al pobre niño y le preparó para aquel gran día.
los Hermanos Grimm
Imagínense que no hay niños héroes ni pípilas ni libertadores.- continuaba Zeus en su perorata celestial- Según ellos, historiadores chafas, todos son personajes que cumplieron una vida incoherente con su contexto y por eso contrastaron su época.
Si Jehová soberano indignado recorre el mundo inicuo y aparta dél su poderosa mano, y las razas maldice, torpemente mezcladas, de su Dios y su origen olvidadas; si agita sus caballos iracundos y su carro de fuego airado lanza por medio de los mundos, y encima de las turbas insensatas revientan las henchidas cataratas, al justo salva, y luego, tornando compasivo a la bonanza, de su ira celestial matando el fuego, en prenda de salud y de sosiego tiende el iris de paz y de esperanza.
En la patria celestial pasaremos una vida angélica, que allá »todo será á la inglesa, porque la vida monótona está reser- vada á su nación, en amor se entiende; pues en lo demás, »¿ quiénes más hábiles para el comercio?