El caracol sacó medio cuerpo afuera, estiró sus cuernecillos y los encogió de nuevo. -Nada ha
cambiado -dijo-. No se advierte el más insignificante progreso.
Hans Christian Andersen
Las cosas han
cambiado mucho desde que éramos niños y jugábamos juntos; ahora todo es muy diferente, tanto por fuera como por dentro.
Hans Christian Andersen
Alicia contestó un poco intimidada: - Apenas sé, señora, lo que soy en este momento... Sí sé quién era al levantarme esta mañana, pero creo que he cambiado varias veces desde entonces.
En realidad, todo parecía haber cambiado desde que ella cayó en el charco, y el vestíbulo con la mesa de cristal y la puertecilla habían desaparecido completamente.
No obedece solamente al hecho del carácter permanente de algunos de los miembros, obedece a que ha cambiado el escenario mundial en el cual se firmó la Carta de San Francisco y se creó ese Consejo de Seguridad.
Durante unos minutos la Oruga siguió fumando sin decir palabra, pero después abrió los brazos, volvió a sacarse la pipa de la boca y dijo: - Así que tú crees haber cambiado, ¿no?
Esta Conferencia Mundial tendrá que indicar lo que hay que hacer en la práctica para que este llamamiento se traduzca en un mundo cambiado y cambiante en el que todos los seres humanos disfruten efectivamente del derecho inalienable a la dignidad humana.
es urgente que lo vea. Me han
cambiado de empleo sin más pretexto que una orden venida de autoridades superiores. ¡Es una injusticia!
Antonio Domínguez Hidalgo
Don Carlos entró momentos después: Al verme adelantóse y sin pronunciar una sola palabra me abrazó largamente: Luego comenzó a hablarme en el tono que solía, de amable broma, como si nada hubiese cambiado en mí.
- ¡Qué vamos a hacer! ¡Conformarnos! - Hasta por la noche continúa esta hogaza, ¡Cómo ha
cambiado el clima! - Es cierto. Yo siento más calor que en el día.
Antonio Domínguez Hidalgo
Si quieres aclarar las ambigüedades de las palabras, enséñanos que n0 es feliz aquél que el vulgar así lo llama, aquél en quien se ha acaudalado el dinero, sino aquél quien tiene todo su bien en el ánima, el hombre correcto y elevado y estudioso de las cosas mudables, aquél que no ve a nadie con quien quisiere ser cambiado...
Y al pensar que su Joseíto, en lugar de irse a pagar el vencimiento de la hipoteca, hubiese metido su caballo sierra adentro para ir en busca del Petaquero, profunda zozobra apoderábase de su corazón; ella sabía que los tiempos habían cambiado, que ya todos los que al tabaco se echaban tenían que tutearse con la que nos pudre, y que no eran pocos los que, como el Petaquero, tenían que andar jugando al zorro que te vi entre breñas y abulagas en espera de poder pillar un transatlántico que los llevara a las Américas latinas, y menos mal para los que podían hacer esto, que otros como Antón el Cantonera, Paco el Pecoso y Casimiro el Broñigal, habían pagado con la número uno su ambición y su valentía.