Ejemplos ?
—Pobre diablo: queríamos únicamente divertirnos con él y tomó la cosa demasiado a lo serio —exclamó el Juez frunciendo el ceño de tigre—. Es preciso dar parte, desátenlo y vamos.
El esclavo llenó el vaso y Sócrates bebió. Eryximacos tomó la palabra entonces y preguntó: -¿Qué vamos a hacer, Alcibíades? ¿Beberemos sin hablar ni cantar y nos contentaremos con imitar a la gente que tiene sed?
¡Tal espanto había llegado a infundir Parrón a todo el antiguo reino granadino! - Parece que ya vamos a formar... -dijo un miguelete a otro-, y no veo al cabo López...
Celedonio alzó la cabeza y enristró la pluma, esperando cantidades que anotar. - ¡Vamos a ver, señores! (dijo entonces García de Paredes, dirigiéndose a sus comensales).
La joven tomó asiento muy cerca de él; reflexionó unos instantes; o bien reunió fuerzas para la ya presentida borrasca, y expuso al fin con imponderable dulzura: -Señor de Córdoba: la mañana en que murió mi bendita madre, y cuando, cediendo a ruegos de usted, me retiraba de mi aposento, después de haberla amortajado, por haberse empeñado usted en quedarse solo a velarla, con una piedad y una veneración que no olvidaré jamás... -¡Vamos, vamos, Angustias!...
-¡Apriete usted! ¡Apriete usted! ¡Así me gusta! ¡Al fin vamos a pelearnos una vez! -¡Un desagradecido! -¡Eso no, caramba! ¡Eso no!
-¡Caminos, canales y puertos! -voceó el Capitán-. ¡Vamos señora, no diga usted simplezas! ¡Usted trabajar! ¡Trabajar con esas manos tan bonitas, que no me cansaba de mirar cuando jugábamos al tute!
Así, pues, vamos a almorzar; luego jugaremos al tute; y, a la tarde, cuando venga el Marqués, le preguntaremos si quiere ser padrino de nuestra boda; cosa que el buen señor está deseando, en mi concepto, desde la primera vez que nos vio juntos.
—Silencio —dijo el juez—, ya estás afeitado a la federala, sólo te falta el bigote. Cuidado con olvidarlo. Ahora vamos a cuentas. ¿Por qué no traes divisa?
Pero ya que eres tú quien me lleva, a ti te incumbe defenderme, porque no confesaré que voy sin invitación; diré que eres tú quien me has convidado. -Somos dos, respondió Sócrates, y uno u otro encontrará lo que habrá que decir. Vamos, pues.
--¡Que no sabe!...--¡Habrá hipócrita igual! --Sin duda quiere que le regalemos el oído... --¡Vamos! ¡Ya sabemos que ha sido V. músico mayor de infantería!...
(exclamó Rubens con infantil satisfacción.) ¡Me alegro en el alma! ¡Así seréis menos fraile conmigo! Conque... ¡vamos! ¿Me vendéis el cuadro? - ¡Pedís un imposible!